BENJAMIN CARRION
Uno de los
más altos y preclaros valores de la cultura ecuatoriana. Mecenas de los jóvenes
exponentes de la cultura, fue un promocionador extraordinario de la vida
intelectual. Fue alma y nervio de la Casa de la Cultura, de la que fue su
forjador. Con Juan Montalvo, Remigio Crespo Toral y José Joaquín de Olmedo; Benjamín
Carrión, está entre los puntales de la cultura ecuatoriana, habiendo tenido su
obra y su personalidad renombre continental.
“Cuenca!
Tierra en la que se dan los más nobles frutos: la inteligencia, los sauces, la
poesía, las frutas. Trigo, manzana y uva, material para las transubstanciaciones
esenciales, para que la madre tierra, hecha por las manos de Dios, se convierta
nuevamente, en el cuerpo y sangre de Dios: Cuenca.
El Capitán
hispano, de hierro el alma y el vestido, la vio amable y fecunda, asiento digno
de una estirpe de hombres grandes y buenos, notables y poetas. Y se acordó de
Cuenca, la lejana, la antañona y castiza – la de España-, para bautizar a la
villa recién nacida, en intención y amor.
Y allí los
hombre que fueron naciendo, “creciendo y multiplicándose”, según el precepto
bíblico, sintieron el mandato del aire, del sol y de los ríos; pensar, amar,
cantar, ¿Qué más podía hacerse, cuando las auroras eran tan bellas y el sol
lanzaba sus dardos de fuego tibio sobre la llanura?. Los sauces y los capulíes,
a crecer, a verdear, a fructificar en mieles. Las flores, a colorear y a
perfumar. ¿Y los hombres? pues, a cantar. Cantos hímnicos a la tierra, a la
patria; cantos dulces, a la tierra maternal, a la amada, a los hijos; cantos
tristes al crespúsculo vespertino, a la noche, a las flores que mueren, a la
muerte…
Y así los
días, los meses y los años. Uno, dos, tres… cuatrocientos!… Bendición de las
ciudades, como Cuenca, que envejecen en resurrección, que adquieren solera, como
los vinos buenos, haciéndose más fuertes, más llenas de espíritu, más
fortalecidas de esperanza. Porque esta Cuenca de hoy, joven abuela de
cuatrocientos años, no nos está contando solamente su pasado, en mármoles y
hierros. No está, principalmente, diciéndonos el sueño de su gran futuro, su
proyecto de ciudad populosa y fecunda que ha demostrado, en cuatrocientos años,
su capacidad vital en hombres y naturaleza. Su indeclinable voluntad de vivir
en progreso espiritual y material.
La CASA DE
LA CULTURA ECUATORIANA siente el día de Cuenca como un día mayor de la cultura
patria. A lo largo de esos cuatro siglos, en la ciudad recoleta y activa al
propio tiempo, se ha estado escribiendo un capitulo cimero de la cultura
nacional. Escribiéndole en las estrofas magníficas de sus poetas, en los
períodos numerosos de sus prosadores, en la meditación profunda de sus
pensadores, en la investigación de sus sabios, en la polémica ardua y terrible
de sus panfletarios. En la época colonial, en la republicana, en la actual, el
signo de Cuenca, la marca de su escudo espiritual, ha sido la fecundidad
profunda, el ascendramiento y la purificación. Solano, Malo, Cueva en el trinomio
excelso cantado por Cordero. Y luego, el propio Don Luis, por su obra admirable
y la de sus descendientes hasta hoy. Y ahora, que son Legión, en el sentido
quemante de lo arcangélico, por el poder de elevación y vuelo.
Pero el capítulo
esencial de la cultura, lo ha escrito también Cuenca con la habilidad manual de
sus gentes, en el manejo del oro y la plata, damasquinados como en Toledo. Del
alabastro y el mármol para la estatua eternizadora. De los tejidos para la
policromía de sus vestidos campesinos. Y de la paja toquilla, que dio sustento
al pueblo más laborioso de la patria, pero que ahora, víctima de las
transitorias modas internacionales, está en melancólico descenso de su
productividad. Y en el tenaz y arduo cultivo de la tierra.
Un día
doce de Abril, hace cuatrocientos años, por mandato del Virrey Hurtado de
Mendoza, Don Gil Ramírez Dávalos, sentaba los cimientos jurídicos y efectivos
de la hoy ciudad de Cuenca, Santa Ana de los Ríos, orgullo de la Patria. En un
valle fecundo, con luz esplendorosa, de clima templado como para que el hombre
sienta júbilo de vivir. Y con ríos, con muchos ríos, verdeando todo lo largo y
lo ancho del delicioso valle. Y con canteras de mármoles cercanas para la talle
de sus templos, y elementos de dulzura adecuados para las flores, las frutas y
los versos. Y elementos de belleza propios para producir la flor maravillosa:
la mujer.”
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CARLOS MARIA DE LA TORRE
Preclaro
sacerdote ecuatoriano, obispo de Loja y Arzobispo de Quito; que por sus méritos
y virtudes fue elevado a la dignidad de Cardenal de la Iglesia, su opinión
sobre Cuenca es la siguiente:
“A la
ínclita ciudad de Cuenca, cuna de peregrinos ingenios que con los rayos de sus
talento y saber han alumbrado hasta los más apartados rincones del Ecuador; a
la gloriosa Cuenca, madre fecunda de estadistas sabios, de hábiles artistas, de
atildados prosadores y sobre todo de tiernos e inspirados vates que con los
dulces y armoniosos acordes de su lira de oro han cantado en estrofas
inmortales ora las bellezas y encantos de nuestro privilegiado suelo, ora las
catástrofes y glorias de la patria y a las magnificencias y beneficios de la religión
y a la infinita grandeza y adorables atributos de Dios; a la católica Cuenca,
en cuya frente ha rutilado siempre sin nubes el esplendente sol de la fé, en
cuyo pecho ha ardido con viva llama el sagrado fuego de la caridad y cuyo
robusto brazo, no obstante los furiosos huracanes contra él desencadenados ha mantenido
siempre enhiesto y erguido el estandarte de la religión; a la heroica,
gloriosa, ínclita y católica Cuenca, con respeto profundo, con rendida
admiración, con entrañable afecto y simpatía, saludo, felicito y deseo nueva e
inmortal era de paz, de gloria, de engrandecimiento, de ventura. ”
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CARLOS
MARIA DE LA TORRE
Preclaro sacerdote ecuatoriano,
obispo de Loja y Arzobispo de Quito; que por sus méritos y virtudes fue elevado
a la dignidad de Cardenal de la Iglesia, Su opinión sobre Cuenca es la
siguiente:
“A la ínclita ciudad de Cuenca,
cuna de peregrinos ingenios que con los rayos de su talento y saber han
alumbrado hasta los más apartados rincones del Ecuador; a la gloriosa Cuenca,
madre fecunda de estadistas sabios, de hábiles artistas, de atildados prosadores
y sobre todo de tiernos e inspirados vates que con los dulces y armoniosos
acordes de su lira de oro han cantado en estrofas enmortales ora las bellezas y
encantos de nuestro privilegiado suele, ora las catástrofes y glorias de la
patria y a las magnificencias y beneficios de la religión y a la infinita
grandeza y adorables atributos de Dios: a la católica Cuenca, en cuya frente ha
rutilado siempre sin nubes el esplendente sol de la fé, en cuyo pecho ha ardido
con viva llama el sagrado fuego de la caridad y cuyo robusto brazo, no obstante
los furiosos huracanes contra él desencadenados ha mantenido siempre enhiesto y
erguido el estandarte de la religión; a la heroica, gloriosa, ínclita y
católica Cuenca, con respeto profundo, con rendida admiración, con entrañable
afecto y simpatía, saludo, felicito y deseo nueva e inmortal era de paz, de
gloria, de engrandecimiento, de ventura.”
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ENRIQUE
ARROYO DELGADO
Diplomático ecuatoriano de
amplia experiencia y reconocido prestigio. Ministro de Gobierno y de Educación,
ha cumplido importantes y delicadas funciones representando al país. Sobre
Cuenca dice:
“…. Y le orlo con un marco
magnifico que tendrá las transparencias del crsital y las suaves armonías del
agua pasajera; como para que Santa Ana de los Ríos de cuenca, fuese cuna
propicia para todas las delicadezas del espíritu y todas las sonoridades del
idioma materno.
Y complacido de su obra Dios la
bendijo, llenó en su fructífera existencia las páginas de nuestra historia
internacional y política, de nuestro parlamento de nuestra literatura, dándole al
Ecuador una pléyade de hombres superiores.”
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EDUARDO
SALAZAR GOMEZ
Destacado valor político, internacionalista
de reconocido prestigio, escritor de valiosos libros y brillantes ensayos, dice
sobre Cuenca:
“A esta noble y erudita, a esta
Cuenca que por el desarrollo de su intelecto ya individual, ya colectivo,
brilla en el campo de la avanzada ecuatoriana vaya tributo de admiración y
reverencia.
Que siga su destino cultural,
con la antorcha del progreso en la mano como modelo de capacidad cerebral y
oasis del espíritu.
Para Cuenca mi devoción y el
himno de sinceridad y de lealtad que para ella emana mi Incensario.”
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JULIO
E. MORENO
Sociólogo distinguido que en
este campo ha dejado obra de notable mérito. Representando al liberalismo, que
le tenía entre sus más altos exponentes, tuvo notable figuración política habiendo
por poco tiempo encargándose de la Jefatura de Estado.
AMOR A
LA TRADICION.- “La Patria
es, ante todo, una historia conocida y amada en común y el civismo consiste, especialmente,
en saber arrancar de las tradiciones alientos de perpetuidad. Por eso, he
considerado siempre que los pueblos azuayos son modelo y ejemplo en la formación
del sentimiento de amor a la Patria: tienen la pasión de sus tradiciones y el
culto de sus grandes hombres.”
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GENERAL
ANGEL ISAAC CHIRIBOGA
Es figura que destaca no sólo
en la carrera militar sino también como
atinado diplomático e historiador de reconocido merito, teniendo especial labor
sus estudios e investigaciones sobre la batalla de Tarqui.
“GRANDEZA
Y HERMOSURA DE CUENCA Y LA PROVINCIA DEL AZUAY.- Es admirable la grandeza de la
provincia azuaya. Cuenca es una ciudad castellana de aquellas que quedan pocas
en América. Los encantos de su belleza sólo pueden ser comparables a los de las
ciudades españolas: Granada o Sevilla. Sus campos siempre floridos, donde la
Primavera ha establecido sus reales, incitan al ensueño, a la oración y al canto.
Al recorrerlos, pensaba en los deliciosos cármenes moriscos de la España
legendaria. Allí, la gentileza y la cultura marchan armónicas: en ella están
los más elevados exponentes nacionales en las Letras, en la Poesía, en la
Historia, en la Diplomacia y en las Artes… Cómo no exponer la virtuosa galanura
de la bella y espiritual mujer azuaya, sutil, inteligente, airosa como las
flores de sus campos, y diáfana y pura como las aguas de sus ríos. Ellas, como
la Laura del Petrarca, la Margarita de Goethe, la Graciela de Lamartine y la María
de Isaacs, son las dulces inspiradoras de sus bardos y poetas. Se diría que
cada una de ellas es una fuente de amor y poesía, en que vive y palpita el alma
misma de esa maravillosa Arcaida de los Andes, y porque son ingenuas y
románticas, acaso no han proscrito aún la escala de seda, las serenatas a la
luz de la luna, las rejas floridas… Cuenca es la luz y armonía, dotada de los
más preciosos dones de la naturaleza, clásica y legendaria en todas sus
manifestaciones.”
*Prólogo de Ricardo Muñoz Chavez para el libro "Compilación de crónicas, relatos y descripciones de Cuenca y su Provincia" de Luis A. León, 1983.
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