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domingo, 12 de abril de 2015

Sobre Cuenca...

BENJAMIN CARRION




Uno de los más altos y preclaros valores de la cultura ecuatoriana. Mecenas de los jóvenes exponentes de la cultura, fue un promocionador extraordinario de la vida intelectual. Fue alma y nervio de la Casa de la Cultura, de la que fue su forjador. Con Juan Montalvo, Remigio Crespo Toral y José Joaquín de Olmedo; Benjamín Carrión, está entre los puntales de la cultura ecuatoriana, habiendo tenido su obra y su personalidad renombre continental.


“Cuenca! Tierra en la que se dan los más nobles frutos: la inteligencia, los sauces, la poesía, las frutas. Trigo, manzana y uva, material para las transubstanciaciones esenciales, para que la madre tierra, hecha por las manos de Dios, se convierta nuevamente, en el cuerpo y sangre de Dios: Cuenca.

El Capitán hispano, de hierro el alma y el vestido, la vio amable y fecunda, asiento digno de una estirpe de hombres grandes y buenos, notables y poetas. Y se acordó de Cuenca, la lejana, la antañona y castiza – la de España-, para bautizar a la villa recién nacida, en intención y amor.

Y allí los hombre que fueron naciendo, “creciendo y multiplicándose”, según el precepto bíblico, sintieron el mandato del aire, del sol y de los ríos; pensar, amar, cantar, ¿Qué más podía hacerse, cuando las auroras eran tan bellas y el sol lanzaba sus dardos de fuego tibio sobre la llanura?. Los sauces y los capulíes, a crecer, a verdear, a fructificar en mieles. Las flores, a colorear y a perfumar. ¿Y los hombres? pues, a cantar. Cantos hímnicos a la tierra, a la patria; cantos dulces, a la tierra maternal, a la amada, a los hijos; cantos tristes al crespúsculo vespertino, a la noche, a las flores que mueren, a la muerte…

Y así los días, los meses y los años. Uno, dos, tres… cuatrocientos!… Bendición de las ciudades, como Cuenca, que envejecen en resurrección, que adquieren solera, como los vinos buenos, haciéndose más fuertes, más llenas de espíritu, más fortalecidas de esperanza. Porque esta Cuenca de hoy, joven abuela de cuatrocientos años, no nos está contando solamente su pasado, en mármoles y hierros. No está, principalmente, diciéndonos el sueño de su gran futuro, su proyecto de ciudad populosa y fecunda que ha demostrado, en cuatrocientos años, su capacidad vital en hombres y naturaleza. Su indeclinable voluntad de vivir en progreso espiritual y material.
La CASA DE LA CULTURA ECUATORIANA siente el día de Cuenca como un día mayor de la cultura patria. A lo largo de esos cuatro siglos, en la ciudad recoleta y activa al propio tiempo, se ha estado escribiendo un capitulo cimero de la cultura nacional. Escribiéndole en las estrofas magníficas de sus poetas, en los períodos numerosos de sus prosadores, en la meditación profunda de sus pensadores, en la investigación de sus sabios, en la polémica ardua y terrible de sus panfletarios. En la época colonial, en la republicana, en la actual, el signo de Cuenca, la marca de su escudo espiritual, ha sido la fecundidad profunda, el ascendramiento y la purificación. Solano, Malo, Cueva en el trinomio excelso cantado por Cordero. Y luego, el propio Don Luis, por su obra admirable y la de sus descendientes hasta hoy. Y ahora, que son Legión, en el sentido quemante de lo arcangélico, por el poder de elevación y vuelo.

Pero el capítulo esencial de la cultura, lo ha escrito también Cuenca con la habilidad manual de sus gentes, en el manejo del oro y la plata, damasquinados como en Toledo. Del alabastro y el mármol para la estatua eternizadora. De los tejidos para la policromía de sus vestidos campesinos. Y de la paja toquilla, que dio sustento al pueblo más laborioso de la patria, pero que ahora, víctima de las transitorias modas internacionales, está en melancólico descenso de su productividad. Y en el tenaz y arduo cultivo de la tierra.


Un día doce de Abril, hace cuatrocientos años, por mandato del Virrey Hurtado de Mendoza, Don Gil Ramírez Dávalos, sentaba los cimientos jurídicos y efectivos de la hoy ciudad de Cuenca, Santa Ana de los Ríos, orgullo de la Patria. En un valle fecundo, con luz esplendorosa, de clima templado como para que el hombre sienta júbilo de vivir. Y con ríos, con muchos ríos, verdeando todo lo largo y lo ancho del delicioso valle. Y con canteras de mármoles cercanas para la talle de sus templos, y elementos de dulzura adecuados para las flores, las frutas y los versos. Y elementos de belleza propios para producir la flor maravillosa: la mujer.”




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CARLOS MARIA DE LA TORRE



Preclaro sacerdote ecuatoriano, obispo de Loja y Arzobispo de Quito; que por sus méritos y virtudes fue elevado a la dignidad de Cardenal de la Iglesia, su opinión sobre Cuenca es la siguiente:


“A la ínclita ciudad de Cuenca, cuna de peregrinos ingenios que con los rayos de sus talento y saber han alumbrado hasta los más apartados rincones del Ecuador; a la gloriosa Cuenca, madre fecunda de estadistas sabios, de hábiles artistas, de atildados prosadores y sobre todo de tiernos e inspirados vates que con los dulces y armoniosos acordes de su lira de oro han cantado en estrofas inmortales ora las bellezas y encantos de nuestro privilegiado suelo, ora las catástrofes y glorias de la patria y a las magnificencias y beneficios de la religión y a la infinita grandeza y adorables atributos de Dios; a la católica Cuenca, en cuya frente ha rutilado siempre sin nubes el esplendente sol de la fé, en cuyo pecho ha ardido con viva llama el sagrado fuego de la caridad y cuyo robusto brazo, no obstante los furiosos huracanes contra él desencadenados ha mantenido siempre enhiesto y erguido el estandarte de la religión; a la heroica, gloriosa, ínclita y católica Cuenca, con respeto profundo, con rendida admiración, con entrañable afecto y simpatía, saludo, felicito y deseo nueva e inmortal era de paz, de gloria, de engrandecimiento, de ventura. ”



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CARLOS MARIA DE LA TORRE


Preclaro sacerdote ecuatoriano, obispo de Loja y Arzobispo de Quito; que por sus méritos y virtudes fue elevado a la dignidad de Cardenal de la Iglesia, Su opinión sobre Cuenca es la siguiente:



“A la ínclita ciudad de Cuenca, cuna de peregrinos ingenios que con los rayos de su talento y saber han alumbrado hasta los más apartados rincones del Ecuador; a la gloriosa Cuenca, madre fecunda de estadistas sabios, de hábiles artistas, de atildados prosadores y sobre todo de tiernos e inspirados vates que con los dulces y armoniosos acordes de su lira de oro han cantado en estrofas enmortales ora las bellezas y encantos de nuestro privilegiado suele, ora las catástrofes y glorias de la patria y a las magnificencias y beneficios de la religión y a la infinita grandeza y adorables atributos de Dios: a la católica Cuenca, en cuya frente ha rutilado siempre sin nubes el esplendente sol de la fé, en cuyo pecho ha ardido con viva llama el sagrado fuego de la caridad y cuyo robusto brazo, no obstante los furiosos huracanes contra él desencadenados ha mantenido siempre enhiesto y erguido el estandarte de la religión; a la heroica, gloriosa, ínclita y católica Cuenca, con respeto profundo, con rendida admiración, con entrañable afecto y simpatía, saludo, felicito y deseo nueva e inmortal era de paz, de gloria, de engrandecimiento, de ventura.”




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ENRIQUE ARROYO DELGADO


Diplomático ecuatoriano de amplia experiencia y reconocido prestigio. Ministro de Gobierno y de Educación, ha cumplido importantes y delicadas funciones representando al país. Sobre Cuenca dice:


“…. Y le orlo con un marco magnifico que tendrá las transparencias del crsital y las suaves armonías del agua pasajera; como para que Santa Ana de los Ríos de cuenca, fuese cuna propicia para todas las delicadezas del espíritu y todas las sonoridades del idioma materno.
Y complacido de su obra Dios la bendijo, llenó en su fructífera existencia las páginas de nuestra historia internacional y política, de nuestro parlamento de nuestra literatura, dándole al Ecuador una pléyade de hombres superiores.”


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EDUARDO SALAZAR GOMEZ

Destacado valor político, internacionalista de reconocido prestigio, escritor de valiosos libros y brillantes ensayos, dice sobre Cuenca:
“A esta noble y erudita, a esta Cuenca que por el desarrollo de su intelecto ya individual, ya colectivo, brilla en el campo de la avanzada ecuatoriana vaya tributo de admiración y reverencia.
Que siga su destino cultural, con la antorcha del progreso en la mano como modelo de capacidad cerebral y oasis del espíritu.
Para Cuenca mi devoción y el himno de sinceridad y de lealtad que para ella emana mi Incensario.”



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JULIO E. MORENO


Sociólogo distinguido que en este campo ha dejado obra de notable mérito. Representando al liberalismo, que le tenía entre sus más altos exponentes, tuvo notable figuración política habiendo por poco tiempo encargándose de la Jefatura de Estado.


AMOR A LA TRADICION.-     “La Patria es, ante todo, una historia conocida y amada en común y el civismo consiste, especialmente, en saber arrancar de las tradiciones alientos de perpetuidad. Por eso, he considerado siempre que los pueblos azuayos son modelo y ejemplo en la formación del sentimiento de amor a la Patria: tienen la pasión de sus tradiciones y el culto de sus grandes hombres.”



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GENERAL ANGEL ISAAC CHIRIBOGA


Es figura que destaca no sólo en la carrera militar  sino también como atinado diplomático e historiador de reconocido merito, teniendo especial labor sus estudios e investigaciones sobre la batalla de Tarqui.


“GRANDEZA Y HERMOSURA DE CUENCA Y LA PROVINCIA DEL AZUAY.-          Es admirable la grandeza de la provincia azuaya. Cuenca es una ciudad castellana de aquellas que quedan pocas en América. Los encantos de su belleza sólo pueden ser comparables a los de las ciudades españolas: Granada o Sevilla. Sus campos siempre floridos, donde la Primavera ha establecido sus reales, incitan al ensueño, a la oración y al canto. Al recorrerlos, pensaba en los deliciosos cármenes moriscos de la España legendaria. Allí, la gentileza y la cultura marchan armónicas: en ella están los más elevados exponentes nacionales en las Letras, en la Poesía, en la Historia, en la Diplomacia y en las Artes… Cómo no exponer la virtuosa galanura de la bella y espiritual mujer azuaya, sutil, inteligente, airosa como las flores de sus campos, y diáfana y pura como las aguas de sus ríos. Ellas, como la Laura del Petrarca, la Margarita de Goethe, la Graciela de Lamartine y la María de Isaacs, son las dulces inspiradoras de sus bardos y poetas. Se diría que cada una de ellas es una fuente de amor y poesía, en que vive y palpita el alma misma de esa maravillosa Arcaida de los Andes, y porque son ingenuas y románticas, acaso no han proscrito aún la escala de seda, las serenatas a la luz de la luna, las rejas floridas… Cuenca es la luz y armonía, dotada de los más preciosos dones de la naturaleza, clásica y legendaria en todas sus manifestaciones.”








*Prólogo de Ricardo Muñoz Chavez para el libro "Compilación de crónicas, relatos y descripciones de Cuenca y su Provincia" de Luis A. León, 1983.

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