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miércoles, 22 de abril de 2015

"Carta a la Madre"

por César Dávila Andrade:




A estas horas ya habrás cenado
ese pan tan delgado, que al mirarlo,
produce una sonrisa y una lágrima.

Y pensar que yo nunca sentí tu hambre,
que te robé un árbol azul y dos arbustos blancos
y que por eso hoy tienes marchitas ya las venas, 
y descalza la blanca altura de los senos,
y que un ángel oscuro con tu nombre extranjero 
tal si fuera una puerta, a tu esternón golpea....

Dime sinceramente qué piensas de este hijo.
Te salió tan extraño.
Renunció todo aquello que los otros ansiaban,
y se hundió en sí, tanto, que quizá no es el mismo....

Seguramente piensas: "Estará enamorado".
Y habrás adivinado. Encontré una muchacha
con una voz blanquísima y los filos dorados,
el pelo hecho de espigas y sortijas de malta.

Y ahora, yo quisiera decirte que te amo,
pero de una manera que tú no sospechaste.
Verás, Ahora te amo en todas las mujeres
te amo en todas las madres, te amo en todas las lágrimas.
Tú dirás: Estas cosas que tiene...."
No sé que me ha pasado. Tal vez esté enfermo.
Tal vez los libros raros....
Es que el amor de antes se me ha vuelto tan claro
que siento que ya nada es para mi extraño....


No madrugues a misa ni cojas el sereno.
Yo sé muy bien que amas con el dolor de Cristo.
Mil noches de costura te han llagado los ojos
y la malva morena de tus sagradas manos
tiembla ya con el viento que gira en la ventana.

No sufras porque el Sábado amanezca con lluvia
ni porque el río baje con un ramo de lirios.
No sufras porque ha muerto esa gallina blanca
con la que hablara en sueños, una noche, mi hermana.

Ya recibí tu carta. Escrita con romero y pestañas azules!
Me cuentas que se ha muerto mi prima María Augusta.
Ahora que estoy lejos, te diré: yo la amaba.
Mi timidez de entonces me quebró las palabras.
Baja mañana a verla con un ramo de nardos,
y recítale alguna oración impalpable.
Dile que ya no bebo y que he pasado el año.
Ahora que estoy lejos te diré: cuánto la amo!

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