ISDRO
AYORA
Médico de renombre por sus
conocimientos científicos. Educado en Europa, trajo al país los adelantos
técnicos en la medicina. En el quehacer cívico, a raíz de la transformación
política de 1925, tuvo actuación protagónica habiéndosele concedido plenos
poderes para el reencauzamiento del país. Cuando director tuvo algunos excesos
contra sus adversarios políticos, pero hay que reconocer como saldo favorable
un conjunto de obras muy positivas para el desarrollo del país.
CUENCA.- “Cuenca ha sido, es y seguirá siendo un
refugio para el espíritu por la elevada mentalidad que distingue a sus hijos; y
también, un refugio para el cuerpo fatigado, por su hermosa campiña cubierta de
verdura, surcada por límpidos ríos y acariciada por un sol tibio que de
continuo está dando toques de belleza a las hermosas hijas del Tomebamba. El
vértigo de la vida moderna, que a veces sacrifica al hombre a pretexto de
enaltecerlo, no ha turbado aún la placidez intelectual y artística de la Atenas
del Ecuador. Sus hombres conservan la tradición intelectual de sus mayores; sus
mujeres continúan formando hogares fecundos donde la felicidad sonríe; la vida
es amable y tranquila; la raza fuerte, bella y optimista. Ojalá nunca se
abandone estos senderos que conducen al ideal de vida de veras noble y
provechos”
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GENERAL
JULIO ANDRADE
Tuvo una actuación brillante
por su patriotismo y valentía a fines del siglo pasado y comienzos del
presente. Fue destacado diplomático y de no haber sido traidoramente asesinado
hubiera sido llevado en comicios populares a la presidencia de la República. El
General Eloy Alfaro, le encargó las altas funciones de Gobernador del Azuay,
para desagraviar a la provincia por los desacatos de un descalificado señor
Franco que actuó indignadamente en esas funciones.
Cuenca.- “Buena
tierra! Buena gente! Allí sonríe la luz en un beso primaveral con la naturaleza
espléndida. Los campos en fiesta perpetua de inmarcesible verdura, se extienden
en horizontes vastísimos que las cordilleras abrazan, regados por límpidas aguas
y adornados por pujantes florescencias. El cielo azul, la atmosfera serena, el ambiente
tibio, las perspectivas entusiasmadoras, todo hace de esa comarca afortunada un
vergel digno de los ensueños de un poeta. Y las gentes que las pueblan,
sencillas y leales, nobles y valientes, se han distinguido en el Ecuador por
sus dotes recomendables, desde los tiempos de la Colonia. Los hombres tienes
algo del espíritu audaz y altivo de los antiguos castellanos, que envueltos en
los pliegues de la amplia capa, como en un PEPLUM romano, al viento las airosas
plumas del sombrero, y la mano en la empuñadura de la espada, solían pasear,
graves y mesurados, como llevando en su continente el orgullo de toda una raza.
Bondad, virtud, belleza, ingenio, piedad honda y sincera los distintivos de las
mujeres. Y la vida patriarcal y casera, las veladas íntimas en el hogar, aquel
darse sin interés, aquel recibir con nobleza, aquella ausencia de bajos
ideales, y la pertinacia en la convicción, y la voluntad en el sacrificio, y la
pertinacia en la convicción, y la voluntad en el sacrificio, y la bravura
ingénita aunada a la sencillez de costumbres y a la falta de mezquinas
ambiciones, hacen de aquella ciudad una excepción honrosa y nos traen a la
memoria la época de la leyenda heroica, cuando la lealtad no era un mito ni la
virtud un nombre vano.”
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FEDERICO CAICEDO
“¡Cuenca, hermosa Cuenca! Eres una
ciudad dulce y silente, en que la paz del alma es un singular privilegio de
Dios. ¿Quién pudiera, Cuenca amada, sin tener la pluma de Virgilio, hacer el
elogio de tu belleza? ¿Y quién pudiera decir, en frases exactas, cuál es el
prodigioso encanto, el hechizo misterioso que hace de tu tierra un paraíso de
felicidad, de bienestar, de plácida calma cordial, en que el espíritu se
mantiene, suave y leve, sobre las alas joviales sugestiones y placenteros
halagos? ¡Cuenca primordial! Eres hermosa y eres buena; tus hombres son
artistas y tus mujeres bellas; flota en tu ambiente el polvo de oro de la
poesía; tienen tus hogares calor de nido; y en el alma de tu pueblo reside una
fina gracia, un espíritu galano que es la flor de tus encantos…”
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CARLOS
ARROYO CARRIÓN
“Con loable entusiasmo, Cuenca
ha labrado su porvenir, siendo la Artífice de sus propios destinos. Sus hijos,
ejemplo de patriotismo auténtico; espejo límpido en que se reflejan las más
puras virtudes ciudadanas, han luchado y luchan infatigablemente por el
progreso de su amada patria chica. Tienen por timonel de su labor el altruismo.
Su símbolo y su emblema son lo grande, lo noble, lo elevado. Todo o casi todo
lo que hoy tiene Cuenca, se debe a sus hijos. Porque ellos, adalides
invencibles, no dan tregua a la lucha por el adelanto de su urbe y su
provincia. Por eso Cuenca aparece hoy en la Vida Nacional como urbe moderna en
que lucen con orgullo el ornato, la decencia, la pulcritud, el confort, que
cautivan al turista y encantan al viajero. Cuenca es hoy una de las mejores
ciudades del Ecuador, porque junto a su grandeza material, ha tenido y tiene la
grandeza del espíritu que, en floración intelectual magnífica, es el galardón
acaso más preciado de la ecuatorianidad.”
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CARLOS
ALBERTO FLORES
“TIERRA DE LAS CIENCIAS Y DE
LAS ARTES.- Que bello eres, oh claro
Tomebamba! arrastrándote como una serpiente de plata, en medio de la campiña
primorosa, que embalsama el ambiente con sus perfumes florales y mima el oído
con el trino de sus aves melodiosas. En tus orillas plácidas, encantadoras, se
yergue la azuaya princesa de rubios cabellos, al reclamo de tus ondas
murmuradoras: Cuenca, la gentil, la talentosa y caballeresca donde le plació a
Minerva hacer un nido de amor, en la mente excelsa de los insignes pensadores
de la noble y fecunda ciudad que antaño fundó Don Gil: donde el ilustre monje
Solano derramó las perlas de su sabiduría; y sobresalieron los Malos entre los
varones eximios de ese privilegiado país del meridión; donde se hizo admirar
Juan Bautista Vásquez con su ciencia forense, donde cantó Miguel Moreno sus
preciosas estrofas, al gemido de su gula sensitiva; donde Honorato Vásquez
afiligranó el idioma con su inmensa erudición dilológica; y Remigio Crespo
Toral, desde arriba, desde las áureas cuerdas de su lira. Donde las mujeres son
como capullo de rosa, como flor de granado, como la miel de los panales que se
criaron entre los esbeltos saucedales de Monay; lindas y virtuosas, son joyas
preciadas de esta raza hispanoamericana que tiene las florencias del trópico. ”
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