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domingo, 12 de abril de 2015

Saludes a Cuenca de Ecuador.

ISDRO AYORA


Médico de renombre por sus conocimientos científicos. Educado en Europa, trajo al país los adelantos técnicos en la medicina. En el quehacer cívico, a raíz de la transformación política de 1925, tuvo actuación protagónica habiéndosele concedido plenos poderes para el reencauzamiento del país. Cuando director tuvo algunos excesos contra sus adversarios políticos, pero hay que reconocer como saldo favorable un conjunto de obras muy positivas para el desarrollo del país.


CUENCA.-        “Cuenca ha sido, es y seguirá siendo un refugio para el espíritu por la elevada mentalidad que distingue a sus hijos; y también, un refugio para el cuerpo fatigado, por su hermosa campiña cubierta de verdura, surcada por límpidos ríos y acariciada por un sol tibio que de continuo está dando toques de belleza a las hermosas hijas del Tomebamba. El vértigo de la vida moderna, que a veces sacrifica al hombre a pretexto de enaltecerlo, no ha turbado aún la placidez intelectual y artística de la Atenas del Ecuador. Sus hombres conservan la tradición intelectual de sus mayores; sus mujeres continúan formando hogares fecundos donde la felicidad sonríe; la vida es amable y tranquila; la raza fuerte, bella y optimista. Ojalá nunca se abandone estos senderos que conducen al ideal de vida de veras noble y provechos”  




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GENERAL JULIO ANDRADE



Tuvo una actuación brillante por su patriotismo y valentía a fines del siglo pasado y comienzos del presente. Fue destacado diplomático y de no haber sido traidoramente asesinado hubiera sido llevado en comicios populares a la presidencia de la República. El General Eloy Alfaro, le encargó las altas funciones de Gobernador del Azuay, para desagraviar a la provincia por los desacatos de un descalificado señor Franco que actuó indignadamente en esas funciones.

Cuenca.- “Buena tierra! Buena gente! Allí sonríe la luz en un beso primaveral con la naturaleza espléndida. Los campos en fiesta perpetua de inmarcesible verdura, se extienden en horizontes vastísimos que las cordilleras abrazan, regados por límpidas aguas y adornados por pujantes florescencias. El cielo azul, la atmosfera serena, el ambiente tibio, las perspectivas entusiasmadoras, todo hace de esa comarca afortunada un vergel digno de los ensueños de un poeta. Y las gentes que las pueblan, sencillas y leales, nobles y valientes, se han distinguido en el Ecuador por sus dotes recomendables, desde los tiempos de la Colonia. Los hombres tienes algo del espíritu audaz y altivo de los antiguos castellanos, que envueltos en los pliegues de la amplia capa, como en un PEPLUM romano, al viento las airosas plumas del sombrero, y la mano en la empuñadura de la espada, solían pasear, graves y mesurados, como llevando en su continente el orgullo de toda una raza. Bondad, virtud, belleza, ingenio, piedad honda y sincera los distintivos de las mujeres. Y la vida patriarcal y casera, las veladas íntimas en el hogar, aquel darse sin interés, aquel recibir con nobleza, aquella ausencia de bajos ideales, y la pertinacia en la convicción, y la voluntad en el sacrificio, y la pertinacia en la convicción, y la voluntad en el sacrificio, y la bravura ingénita aunada a la sencillez de costumbres y a la falta de mezquinas ambiciones, hacen de aquella ciudad una excepción honrosa y nos traen a la memoria la época de la leyenda heroica, cuando la lealtad no era un mito ni la virtud un nombre vano.”



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FEDERICO CAICEDO



“¡Cuenca, hermosa Cuenca! Eres una ciudad dulce y silente, en que la paz del alma es un singular privilegio de Dios. ¿Quién pudiera, Cuenca amada, sin tener la pluma de Virgilio, hacer el elogio de tu belleza? ¿Y quién pudiera decir, en frases exactas, cuál es el prodigioso encanto, el hechizo misterioso que hace de tu tierra un paraíso de felicidad, de bienestar, de plácida calma cordial, en que el espíritu se mantiene, suave y leve, sobre las alas joviales sugestiones y placenteros halagos? ¡Cuenca primordial! Eres hermosa y eres buena; tus hombres son artistas y tus mujeres bellas; flota en tu ambiente el polvo de oro de la poesía; tienen tus hogares calor de nido; y en el alma de tu pueblo reside una fina gracia, un espíritu galano que es la flor de tus encantos…”




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CARLOS ARROYO CARRIÓN



“Con loable entusiasmo, Cuenca ha labrado su porvenir, siendo la Artífice de sus propios destinos. Sus hijos, ejemplo de patriotismo auténtico; espejo límpido en que se reflejan las más puras virtudes ciudadanas, han luchado y luchan infatigablemente por el progreso de su amada patria chica. Tienen por timonel de su labor el altruismo. Su símbolo y su emblema son lo grande, lo noble, lo elevado. Todo o casi todo lo que hoy tiene Cuenca, se debe a sus hijos. Porque ellos, adalides invencibles, no dan tregua a la lucha por el adelanto de su urbe y su provincia. Por eso Cuenca aparece hoy en la Vida Nacional como urbe moderna en que lucen con orgullo el ornato, la decencia, la pulcritud, el confort, que cautivan al turista y encantan al viajero. Cuenca es hoy una de las mejores ciudades del Ecuador, porque junto a su grandeza material, ha tenido y tiene la grandeza del espíritu que, en floración intelectual magnífica, es el galardón acaso más preciado de la ecuatorianidad.”




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CARLOS ALBERTO FLORES



TIERRA DE LAS CIENCIAS Y DE LAS ARTES.- Que bello eres, oh claro Tomebamba! arrastrándote como una serpiente de plata, en medio de la campiña primorosa, que embalsama el ambiente con sus perfumes florales y mima el oído con el trino de sus aves melodiosas. En tus orillas plácidas, encantadoras, se yergue la azuaya princesa de rubios cabellos, al reclamo de tus ondas murmuradoras: Cuenca, la gentil, la talentosa y caballeresca donde le plació a Minerva hacer un nido de amor, en la mente excelsa de los insignes pensadores de la noble y fecunda ciudad que antaño fundó Don Gil: donde el ilustre monje Solano derramó las perlas de su sabiduría; y sobresalieron los Malos entre los varones eximios de ese privilegiado país del meridión; donde se hizo admirar Juan Bautista Vásquez con su ciencia forense, donde cantó Miguel Moreno sus preciosas estrofas, al gemido de su gula sensitiva; donde Honorato Vásquez afiligranó el idioma con su inmensa erudición dilológica; y Remigio Crespo Toral, desde arriba, desde las áureas cuerdas de su lira. Donde las mujeres son como capullo de rosa, como flor de granado, como la miel de los panales que se criaron entre los esbeltos saucedales de Monay; lindas y virtuosas, son joyas preciadas de esta raza hispanoamericana que tiene las florencias del trópico. ”   

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