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miércoles, 29 de abril de 2015

Cuenca religiosa.

“Las costumbres de Cuenca son profundamente relijiosas y profundamente originales; a causa sin duda de tener poca comunicación no solo con el exterior sino aún con los pueblos del interior. Esto le ha hecho conservar el fuerte sentimiento religioso heredado de sus ascendientes los españoles y esto le ha dado también una fisonomía muy particular que merece ser estudiada. La relijión y la piedad son el carácter dominante del pueblo cuencano; ellas prenden las fiestas no solo del templo sino también de la familia; el santo que asiste a la iglesia para oír la misa y sin cuya asistencia la misa no vale, debe tener también en la casa del pasante un altar bien adornado con flores y luces para que presencie las alegrías domésticas; desgraciadamente estas alegrías no se contienen dentro de los límites de la moderación; porque sucediéndose las copas y las danzas, animados los celebrantes con los sonidos de la música que no puede faltar viene a parar todo, muchas veces, en una espantosa borrachera i bacanal, cosa que no puede agradar a Dios ni al santo. Pero, como dijimos al principio, las principales fiestas populares son las del Niño y la de los inocentes; entonces cada familia debe pasar alguna misa en honor del Niño que expresan toda la ternura y sentimientos del corazón. Estos himnos son ejecutados casi siempre por una voz infantil y acompañados por varios instrumentos, además del órgano.”




Archivo San Alfonso – Cuenca. Crónica, tomo I, 1882 págs. 217-218.

Cuenca; en lo físico y en lo político.

"La ciudad de Cuenca está entre varios montes que sirven de pedestal a esta parte occidental de los Andes. Sus hermosísimos campos están siempre cubiertos de verdura y producen innumerables frutos, aun de los de Europa.

Su temperatura es deliciosa; pues no baja de 7 grados de calor nunca ni pasa de 22; hay dos estaciones: invierno, que se conoce porque llueve y principia en febrero hasta fin de julio; y verano, que se conoce porque no llueve desde agosto hasta enero: el mes de las flores y de los grandes calores es diciembre. Sus gentes parecen sensatas y desde luego puede decirse que son atentas y finas; sus sacerdotes son morigerados; y todo esto, como es natural, nos pone en la precisión de mirar mucho sobre nosotros mismos y de atender a nuestras obras y palabras."



Archivo Lyon. Mission du Pacific. P. Luis López a P. Desurmont. Cuenca 14 de mayo de 1870




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“Cuenca es una ciudad revolucionaria y por consiguiente, opuesta al presidente (García Moreno) y a todo lo que él hace. Por esto nuestros padres tienen enemigos en los estratos de la alta sociedad que tiene muchas familias influyentes en esta ciudad. Aquí como en todas partes, se los denomina “liberales”, gente irreligiosa, impíos, enemigos del orden; combaten, como ellos se expresan, la influencia y el espíritu clerical. ”






Archivo Lyon. Mission du Pacific, crónica 1873 págs. 33-44

miércoles, 22 de abril de 2015

"Carta a la Madre"

por César Dávila Andrade:




A estas horas ya habrás cenado
ese pan tan delgado, que al mirarlo,
produce una sonrisa y una lágrima.

Y pensar que yo nunca sentí tu hambre,
que te robé un árbol azul y dos arbustos blancos
y que por eso hoy tienes marchitas ya las venas, 
y descalza la blanca altura de los senos,
y que un ángel oscuro con tu nombre extranjero 
tal si fuera una puerta, a tu esternón golpea....

Dime sinceramente qué piensas de este hijo.
Te salió tan extraño.
Renunció todo aquello que los otros ansiaban,
y se hundió en sí, tanto, que quizá no es el mismo....

Seguramente piensas: "Estará enamorado".
Y habrás adivinado. Encontré una muchacha
con una voz blanquísima y los filos dorados,
el pelo hecho de espigas y sortijas de malta.

Y ahora, yo quisiera decirte que te amo,
pero de una manera que tú no sospechaste.
Verás, Ahora te amo en todas las mujeres
te amo en todas las madres, te amo en todas las lágrimas.
Tú dirás: Estas cosas que tiene...."
No sé que me ha pasado. Tal vez esté enfermo.
Tal vez los libros raros....
Es que el amor de antes se me ha vuelto tan claro
que siento que ya nada es para mi extraño....


No madrugues a misa ni cojas el sereno.
Yo sé muy bien que amas con el dolor de Cristo.
Mil noches de costura te han llagado los ojos
y la malva morena de tus sagradas manos
tiembla ya con el viento que gira en la ventana.

No sufras porque el Sábado amanezca con lluvia
ni porque el río baje con un ramo de lirios.
No sufras porque ha muerto esa gallina blanca
con la que hablara en sueños, una noche, mi hermana.

Ya recibí tu carta. Escrita con romero y pestañas azules!
Me cuentas que se ha muerto mi prima María Augusta.
Ahora que estoy lejos, te diré: yo la amaba.
Mi timidez de entonces me quebró las palabras.
Baja mañana a verla con un ramo de nardos,
y recítale alguna oración impalpable.
Dile que ya no bebo y que he pasado el año.
Ahora que estoy lejos te diré: cuánto la amo!

domingo, 12 de abril de 2015

Saludes a Cuenca de Ecuador.

ISDRO AYORA


Médico de renombre por sus conocimientos científicos. Educado en Europa, trajo al país los adelantos técnicos en la medicina. En el quehacer cívico, a raíz de la transformación política de 1925, tuvo actuación protagónica habiéndosele concedido plenos poderes para el reencauzamiento del país. Cuando director tuvo algunos excesos contra sus adversarios políticos, pero hay que reconocer como saldo favorable un conjunto de obras muy positivas para el desarrollo del país.


CUENCA.-        “Cuenca ha sido, es y seguirá siendo un refugio para el espíritu por la elevada mentalidad que distingue a sus hijos; y también, un refugio para el cuerpo fatigado, por su hermosa campiña cubierta de verdura, surcada por límpidos ríos y acariciada por un sol tibio que de continuo está dando toques de belleza a las hermosas hijas del Tomebamba. El vértigo de la vida moderna, que a veces sacrifica al hombre a pretexto de enaltecerlo, no ha turbado aún la placidez intelectual y artística de la Atenas del Ecuador. Sus hombres conservan la tradición intelectual de sus mayores; sus mujeres continúan formando hogares fecundos donde la felicidad sonríe; la vida es amable y tranquila; la raza fuerte, bella y optimista. Ojalá nunca se abandone estos senderos que conducen al ideal de vida de veras noble y provechos”  




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GENERAL JULIO ANDRADE



Tuvo una actuación brillante por su patriotismo y valentía a fines del siglo pasado y comienzos del presente. Fue destacado diplomático y de no haber sido traidoramente asesinado hubiera sido llevado en comicios populares a la presidencia de la República. El General Eloy Alfaro, le encargó las altas funciones de Gobernador del Azuay, para desagraviar a la provincia por los desacatos de un descalificado señor Franco que actuó indignadamente en esas funciones.

Cuenca.- “Buena tierra! Buena gente! Allí sonríe la luz en un beso primaveral con la naturaleza espléndida. Los campos en fiesta perpetua de inmarcesible verdura, se extienden en horizontes vastísimos que las cordilleras abrazan, regados por límpidas aguas y adornados por pujantes florescencias. El cielo azul, la atmosfera serena, el ambiente tibio, las perspectivas entusiasmadoras, todo hace de esa comarca afortunada un vergel digno de los ensueños de un poeta. Y las gentes que las pueblan, sencillas y leales, nobles y valientes, se han distinguido en el Ecuador por sus dotes recomendables, desde los tiempos de la Colonia. Los hombres tienes algo del espíritu audaz y altivo de los antiguos castellanos, que envueltos en los pliegues de la amplia capa, como en un PEPLUM romano, al viento las airosas plumas del sombrero, y la mano en la empuñadura de la espada, solían pasear, graves y mesurados, como llevando en su continente el orgullo de toda una raza. Bondad, virtud, belleza, ingenio, piedad honda y sincera los distintivos de las mujeres. Y la vida patriarcal y casera, las veladas íntimas en el hogar, aquel darse sin interés, aquel recibir con nobleza, aquella ausencia de bajos ideales, y la pertinacia en la convicción, y la voluntad en el sacrificio, y la pertinacia en la convicción, y la voluntad en el sacrificio, y la bravura ingénita aunada a la sencillez de costumbres y a la falta de mezquinas ambiciones, hacen de aquella ciudad una excepción honrosa y nos traen a la memoria la época de la leyenda heroica, cuando la lealtad no era un mito ni la virtud un nombre vano.”



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FEDERICO CAICEDO



“¡Cuenca, hermosa Cuenca! Eres una ciudad dulce y silente, en que la paz del alma es un singular privilegio de Dios. ¿Quién pudiera, Cuenca amada, sin tener la pluma de Virgilio, hacer el elogio de tu belleza? ¿Y quién pudiera decir, en frases exactas, cuál es el prodigioso encanto, el hechizo misterioso que hace de tu tierra un paraíso de felicidad, de bienestar, de plácida calma cordial, en que el espíritu se mantiene, suave y leve, sobre las alas joviales sugestiones y placenteros halagos? ¡Cuenca primordial! Eres hermosa y eres buena; tus hombres son artistas y tus mujeres bellas; flota en tu ambiente el polvo de oro de la poesía; tienen tus hogares calor de nido; y en el alma de tu pueblo reside una fina gracia, un espíritu galano que es la flor de tus encantos…”




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CARLOS ARROYO CARRIÓN



“Con loable entusiasmo, Cuenca ha labrado su porvenir, siendo la Artífice de sus propios destinos. Sus hijos, ejemplo de patriotismo auténtico; espejo límpido en que se reflejan las más puras virtudes ciudadanas, han luchado y luchan infatigablemente por el progreso de su amada patria chica. Tienen por timonel de su labor el altruismo. Su símbolo y su emblema son lo grande, lo noble, lo elevado. Todo o casi todo lo que hoy tiene Cuenca, se debe a sus hijos. Porque ellos, adalides invencibles, no dan tregua a la lucha por el adelanto de su urbe y su provincia. Por eso Cuenca aparece hoy en la Vida Nacional como urbe moderna en que lucen con orgullo el ornato, la decencia, la pulcritud, el confort, que cautivan al turista y encantan al viajero. Cuenca es hoy una de las mejores ciudades del Ecuador, porque junto a su grandeza material, ha tenido y tiene la grandeza del espíritu que, en floración intelectual magnífica, es el galardón acaso más preciado de la ecuatorianidad.”




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CARLOS ALBERTO FLORES



TIERRA DE LAS CIENCIAS Y DE LAS ARTES.- Que bello eres, oh claro Tomebamba! arrastrándote como una serpiente de plata, en medio de la campiña primorosa, que embalsama el ambiente con sus perfumes florales y mima el oído con el trino de sus aves melodiosas. En tus orillas plácidas, encantadoras, se yergue la azuaya princesa de rubios cabellos, al reclamo de tus ondas murmuradoras: Cuenca, la gentil, la talentosa y caballeresca donde le plació a Minerva hacer un nido de amor, en la mente excelsa de los insignes pensadores de la noble y fecunda ciudad que antaño fundó Don Gil: donde el ilustre monje Solano derramó las perlas de su sabiduría; y sobresalieron los Malos entre los varones eximios de ese privilegiado país del meridión; donde se hizo admirar Juan Bautista Vásquez con su ciencia forense, donde cantó Miguel Moreno sus preciosas estrofas, al gemido de su gula sensitiva; donde Honorato Vásquez afiligranó el idioma con su inmensa erudición dilológica; y Remigio Crespo Toral, desde arriba, desde las áureas cuerdas de su lira. Donde las mujeres son como capullo de rosa, como flor de granado, como la miel de los panales que se criaron entre los esbeltos saucedales de Monay; lindas y virtuosas, son joyas preciadas de esta raza hispanoamericana que tiene las florencias del trópico. ”   

Palabras para la ciudad de Cuenca.


AURELIO ESPINOZA POLIT S. J.


Sin duda el más alto exponente del humanismo en las letras ecuatorianas es este gran cultor de los clásicos universales y quien con sólo su Virgilio y su Misión Providencial, tiene valor sobrado para presentarse en el más alto cenáculo del pensamiento y la literatura americana. Rector entonces (1957) de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, tuvo para Cuenca estos enaltecedores conceptos:

“No pudo idearse deferencia más justa, ni más debida que este homenaje a los representantes autorizados de la intelectualidad ecuatoriana, a la ciudad egregia que, en el culto del espíritu, ha conquistado una verdadera hegemonía en nuestra patria, pues, sin descuidar los necesarios progresos materiales, ha preferido cifrar su prez y honor en destacarse entre todos por los valores del espíritu.
La desproporción que hay desde los tiempos coloniales se advertía entre la importancia política y económica del Reino de Quito y su significación cultural, se ha perpetuado hasta nuestros días y es objeto de no pequeña admiración para intelectuales extranjeros que nos visitan y que no pueden menos que entablar comparaciones con países más poderosos en que la proporción es inversa. Es anomalía que nos honra a los ecuatorianos, sensibles en muchas ciudades del país, lo es tal vez en Cuenca más que en ninguna otra. Pues aunque todas nuestras ciudades cuentan en su elenco de hombres notables con grandes figuras de espiritual valía, ninguna hay, en todo caso, en que haya tenido tan indisputable primacía en el concepto mismo de valor espiritual; ninguna en que su estimación se haya sobrepuesto victoriosamente a la ruín preponderancia del dinero o del poder; ninguna, sobre todo, en que esta valoración espiritual haya llegado a alcanzar como en Cuenca, el mérito insigne del fenómeno colectivo”.




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JUSTINO CORNEJO


Alto valor intelectual del país. Sus trabajos lingüísticos son de reconocido mérito, destacándose también como crítico literario.


CUENCA DE LOS ANDES.-        Cuenca es una tierra singular: todo ahí parece haber contribuido a convertir aquella porción ecuatoriana en uno de los puntos más interesantes del Ecuador, puntos hacia el cual tenemos, por fuerza, que volver la vista y el corazón. Las letras y las artes, las ciencias también han crecido y fructificado a orillas del Tomebamba murmurador y casto, y desde ese vergel colmado de luz, de flores y de trinos, han salido personajes admirables que han honrado en todo tiempo al Foro y la Diplomacia, al Parlamento y al Periodismo, al Parnaso y la Docencia, a la Milicia y al Clero. Abrid la Historia y quedaréis maravillados al reparar en el número de los azuayos celebres que han llevado, con el suyo brillante, el nombre del Ecuador por muchos rincones de la tierra. Creyendo saberlo, no sabemos lo que guarda Cuenca para el Ecuador, para el Mundo. De ahí que haya dicho alguna vez, que era precioso descubrirla y conquistarla; conquistarla también, con amor y talento, para honra y gloria de la República y de la cultura universal.”



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ENRIQUE ARROYO DELGADO


Diplomático ecuatoriano de amplia experiencia y reconocido prestigio. Ministro de Gobierno y de Educación, ha cumplido importantes y delicadas funciones representando al país. Sobre cuenca dice:


“… Y le orlo con marco magnífico que tendrá las transparencias del cristal y las suaves armonías del agua pasajera; como para que Santa Ana de los Ríos de Cuenca, fuese cuna propicia para todas las delicadezas del espíritu y todas las sonoridades del idioma materno.
Y complacido de su obra Dios la bendijo, llenó en su fructífera existencia las páginas de nuestra historia internacional y política, de nuestro parlamento de nuestra literatura, dándole al Ecuador una pléyade de hombre superiores.”

EDUARDO SALAZAR GOMEZ
Destacado valor político, internacionalista de reconocido prestigio, escritor de valiosos libros y brillantes ensayos, dice sobre Cuenca:

“A esta Cuenca noble y erudita, a esta Cuenca que por el desarrollo de su intelecto ya individual, ya colectivo, brilla en el campo de la avanzada ecuatoriana vaya en tributo de admiración y reverencia.
Que siga su destino cultural, con la antorcha del progreso en la mano como modelo de capacidad cerebral y oasis del espíritu.
Para Cuenca mi devoción y el himno de sinceridad y de lealtad que para ella emana mi incensario.”



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JULIO ENRIQUE MORENO



Sociólogo distinguido que en este campo ha dejado obra de notable mérito. Representando al liberalismo, que le tenía entre sus más altos exponentes, tuvo notable figuración política habiendo por poco tiempo encargándose de la Jefatura del Estado.


EL AMOR A LA TRADICIÓN.-   La Patria es, ante todo, una historia conocida y amada en común y el civismo consiste, especialmente, en saber arrancar de las tradiciones alientos de perpetuidad. Por eso, he considerado siempre que los pueblos azuayos son modelo y ejemplo en la formación del sentimiento de amor a la Patria: tienen la pasión de sus tradiciones y el culto de sus grandes hombres.”


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GENERAL ANGEL ISAAC CHIRIBOGA



Es figura que destaca no sólo en la carrera militar sino también como atinado diplomático e historiador de reconocido merito, teniendo especial labor sus estudios e investigaciones sobre la batalla de Tarqui.



GRANDEZA Y HERMOSURA DE CUENCA Y LA PROVINCIA DEL AZUAY.-     Es admirable la grandeza de la provincia azuaya. Cuenca es una ciudad castellana de aquellas que quedan pocas en América. Los encantos de su belleza sólo pueden ser comparables a los de las ciudades españolas: Granada o Sevilla. Sus campos siempre floridos, donde la Primavera ha establecido sus reales, incitan al ensueño, a la oración y al canto. Al recorrerlos, pensaba en los deliciosos cármenes moriscos de la España legendaria. Allí, la gentileza y la cultura marchan armónicas: en ella están los más elevados exponentes nacionales en la Letras, en la Poesía, en la Historia, en la Diplomacia y en las Artes…
Cómo no exponer la virtuosa galanura de la bella y espiritual mujer azuaya, sutil, inteligente, airosa como las flores de sus campos, y diáfana y pura como las aguas de sus ríos, Ellas, como la Laura del Petrarca, la Margarita de Goethe, la Graciela de Lamartine y la María de Isaacs, son las dulces inspiradoras de sus bardos y poetas. Se diría que cada una de ellas es una fuente de amor y poesía, en que vive y palpita el alma misma de esa maravillosa Arcadia de los Andes, y porque son ingenuas y románticas, acaso no han proscrito aún la escala de seda, las serenatas a la luz de la luna, las rejas floridas… Cuenca es la ciudad luz y armonía, dotada de los más preciosos dones de la naturaleza, clásica y legendaria en todas sus manifestaciones”.



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PADRE REGINALDO MARIA ARIZAGA



De la orden de Predicadores se ha distinguido por su labor en el campo de la crítica literaria habiendo juzgado la personalidad y la obra de poetas y literatos del Ecuador y de América.



CUENCA.-      Cuenca, surgió a la vida independiente, con un caudal del riqueza espiritual, para cooperar a la consolidación firme y robusta de nuestra nacionalidad ecuatoriana, aportando para ella, el concurso de su pluma, espada y lira, puesto que esta triple aureola; vino circundada desde el día de su nacimiento a la vida autónoma. Y esa misión presidencial, trazada por el dedo de Dios, en la ruta de los pueblos arrancados del tutelaje de la Corona de España, ha sabido en todo tiempo cumplir de modo sobrehumano, al par que enaltecería con sus hechos maravillosos, dignos de los inmortales clarines de la epopeya. ”


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MIGUEL ALBORNOZ

El Doctor Albornoz se destacó como una de las figuras más notables del liberalismo que postuló como candidato a la Presidencia de la República. Fue, además un intelectual y poeta de prestigio.

CUENCA, CIUDAD UNIVERSITARIA.-        Esa capital azuaya parece fue construida con universitarios presentimientos. Quién sabe si aquel inescrutible señor Gil Ramírez Dávalos, halló una deliciosa superioridad doctoral en el río de razonar constante y el paisaje abierto como libro. Así, tal vez, guarda alguna impresión traída desde Salamanca, ese conjunto de claros y balcones, de muros enjabelgados y de torreones de metafísicas agudezas. Debe de ser por todo esto que la ciudad se ha difundido en torno al claustro del alma mater; y, por ello también que mantiene tradiciones de vieja hospitalidad castellana. Ciudad universitaria, o mejor dicho, universidad hecha urbe.”



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LUIS ROBALINO DAVILA


Notabilísimo historiador y diplomático. Fruto de sus investigaciones históricas son los diez y más volúmenes en los que juzga la historia republicana del Ecuador, teniendo mérito excelente su biografía de don Gabriel García Moreno. Hasta el final de su larga vida el Señor Robalino Dávila guardaba especial aprecio y admiración a Cuenca.



CUENCA! CIUDAD UNIVERSITARIA.-           Avalorando la importancia de un centro cuyo ambiente sea única y exclusivamente intelectual, he pensado en lo hermoso y útil que sería crear en el Ecuador una ciudad universitaria. Cuenca fue la ciudad que se presentó a mi espíritu como la elegida para sede de aquella Universidad de mi ensueño. Está situada en una fértil y riente planicie, cruzada por ríos que se deslizan tranquilos, sin la impetuosidad de los torrentes que bajan de los Andes en otras regiones de mi país. A 2.581 metros sobre el nivel del mar, goza de un clima paradisíaco, sin frío ni calor. Cuenca ha conservado su ambiente de ciudad hidalga, habitada por familias patricias, amantes de sus tradiciones. Su vida sencilla y patriarcal tiene sugestión irresistible; allí hay cristianos viejos y gentes austeras y noblotas. Las faenas agrícolas y la industria de sombreros de paja son las ocupaciones de sus moradores. Los señores consagran su tiempo a la vigilancia de sus haciendas y al cultivo de las Letras. Cuenca, que posee una Universidad ilustrísima, ha dado al Ecuador algunos de los hombres más notables que tiene su literatura. Allí nacieron: Fray Vicente Solano, polígrafo asombroso; don Antonio Borrero, historiador y escritor de alta valía, que sucedió en la Presidencia de la República a García Moreno; familias de hombres de letras, tales como los Arízaga, Malo, Matovelle, Córdova, de los que salieron escritores, oradores, diplomáticos; poetas de la suavidad de Miguel Moreno y de la alta inspiración de Luis Cordero, otro Presidente que fue del Ecuador. Y vive aún (en 1927) en el apacible solar cuencano, amándolo y enalteciéndolo, el doctor Honorato Vásquez, poeta, internacionalista, diplomático, profundo conocedor de los problemas internacionales de mi patria. Vive, asimismo en Cuenca, el grande, el inmenso Remigio Crespo Toral, crítico de vasta envergadura y uno de los escritores más ilustrados de América. Y viven los hermanos Cordero Dávila, dignos sucesores de su ilustre padre don Luis, y toda una brillante pléyade de jóvenes poetas y literatos que trabajan y producen siempre. Todo ello constituye para Cuenca del Ecuador nobilísimos títulos que le hacen acreedora a ser un día la ciudad Universitaria, la Salamanca ecuatoriana.”

por el Ing. Civil Sebastián Wisse.

1848



"Cuenca, Capital del Azuay, a 3.107 varas de altura, está situada en una planicie mui vistosa, fértil i bien regada. Es una de las ciudades más hermosas de la República. Es la silla de un Obispado, i contiene una Universidad de segunda orden, un Colegio, un Seminario, i algunos Conventos. 
El río Paute, que más abajo con el nombre de Santiago entra al amazonas, riega la mayor parte de la Provincia. Cuenca tiene 25.000 habitantes"





*Tomado de las "Noticias Geográficas i Estadísticas del Ecuador." Periódico Oficial No. 196. Imprenta del Gobierno. Quito, 1848.

FOTOGRAFÍAS: SANTA ANA, CUENCA.


Calle Simón Bolívar, Años 30. Centro Histórico:




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Actual Av. Solano: Puente Centenario, El Ejido; al fondo Turi, 1917.





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Esquina de las calles Bolívar y Padre Aguirre; Centro Histórico, Años 50.





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Iglesia de María Auxiliadora, Centro Histórico, Año 1967.




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Plaza Mayor, construcción en curso de la Catedral Nueva, Año 1939.




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Plazoleta de Santo Domingo; Centro Histórico, Años 40.





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Puente Roto; Río Tomebamba; atrás Colegio Benigno Malo, Año 1951.




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Calle La Condamine; El Vado, Año 1941.




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Barrio de San Sebastián, partido de fútbol entre los clubs 3 de Noviembre vs. Independencia; Centro Histórico, 1916.





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La Escalinata; Calle Larga, Año 1942.





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Desfile en la Plaza Mayor: calle Luis Cordero; Centro Histórico, Año 1935.





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Universidad de Cuenca, pileta que alguna vez perteneció al Parque Calderón, Año 1970.



por César Dávila Andrade. (1919-1967)







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CANCION A LA BELLA DISTANTE




No era mi poesía. Mis poemas no eran.

Eras tú solamente, perfecta como un surco abierto por palomas.

Eras tú solamente como un hoyo de lirios

o como una manzana que se abriera el corpiño.
Eras tú, ¡oh distante presencia del olvido!

Clara como la boca del cristal en el agua,
tierna como las nubes que atraviesan el trigo por los lados de mayo.

Dulce como los ojos dorados de la abeja;
nerviosa como el viaje primero de la alondra.

Eras tú y tenías delgadas de esperanza
las manos que me huyeron.
En tu sien, extraviadas, bullían las sortijas.
En tus perfectos ojos abril amanecía.

Estoy tan impregnado de tu voz siempreviva
que hasta esta inmensa noche parece que sonríe
y percibo el borde líquido de tu alma.

Andabas como andan en el árbol los astros.
Rezabas en silencio como una margarita.

¡Oh quién te viera abriendo esos libros que amabas
con el alma inclinada a la luz de las fábulas!
Qué viñeta de rosas tenían tus mejillas
cuando abrías los labios de amor de las palabras.
Y qué resplandeciente ciudad de serafines
descubrías, de pronto, en el cielo de estío.

Quiero besarte íntegra como luna en el agua.

Mañana en los delgados calendarios de ausencia
te encontraré buscando una pedrezuela tierna
para marcar una hora lejana que aún espero.
Recuerdo aquella tarde cuando quise besarte.
Tenían los cristales un fondo de mimosas
y la antigua ventana mecía los jardines.
Las llamas de los árboles se tornaban oscuras
y un ángel de eucalipto se apoyaba en el muro.

Escuchamos de pronto la carreta profunda
que atraviesa los prados con su carga de junio.
¡Pienso en aquella tarde y me encuentro más solo!
Las casas recogían la luz del occidente,
los caminos bajaban como arroyos en llamas,
la brisa estaba fija en el borde del álamo.
Pienso en aquella tarde y no sé por qué lloro.


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TAREA POÉTICA



Dura como la vida la tarea poética,
y la vida desesperadamente
inclinada, para poder oír
en el gran cántaro vegetativo
una partícula de mármol, por lo menos,
cantando sola como si brillara
y pinchándose en el cielo más oscuro.

Atravesábamos calles repletas de sal
hasta los aleros, y la barba
se nos caía como si sólo hubiera estado
escrita a lápiz.
Pero la Poesía, como una bellota aún cálida,
respiraba dentro de la caja de un arpa.

Sin embargo, en ciertos días de miseria,
un arco de violín era capaz de matar a una cabra
sobre el reborde mismo de un planeta o una torre.
Todo era cruel,
y la Poesía, el dolor más antiguo,
el que buscaba dioses en las piedras.
Otro fue
aquel terrible sol vasomotor
por entre las costillas de San Sebastián.
Nadie podrá mirarte como entonces
sin recibir
un flechazo en los ojos.








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BOLETÍN Y ELEGÍA DE LAS MITAS




Yo soy Juan Atampam, Blas Llaguarcos, Bernabé Ladña,
Nací y agonicé en Chorlaví, Chamanal y Tanlagua,
Si, mucho agonicé
Sudor de sangre tuve en mis venas
Añadí así más dolor y blancura a la cruz que trajeron mis verdugos.

A mi tam. A José Vacacela tam.
A Lucas Chaca tam.
En medio de plaza de Guápulo y en rueda de otros naturales
nos trasquilaron hasta el frío la cabeza.
Oh, Pachacámac, Señor del infinito
nunca sentimos más helada tu sonrisa,
y al páramo subimos desnudos de cabeza,
a coronarnos, llorando con tu sol.

Y a Melchor Pumaluisa, hijo de Guápulo,
en medio de patio de hacienda, con cuchillo de abrir chanchos,
cortáronle testes.
Obligándole a caminar a patadas
delante de nuestros ojos llenos de lágrimas.
A cada golpe, echaba chorros de sangre,
hasta que cayó muerto y la flor de su cuerpo.

Y vuestro teniente de justicia mayor
José de Uribe: "Te ordeno".
Y yo con otros mitayos le llevábamos a todo pedir
para sus paseos, en hamaca, de casa en casa.
Mientras tanto mujeres con hijas mitayas,
a barrer, a carmenar, a hilar, a tejer,
a lamer platos de barro - nuestra hechura,-
Y a acostarse con viracochas,
nuestras flores de dos muslos,
para traer al mestizo, verdugo venidero.

Ya sin paga, sin maíz, sin runa-mora,
ya sin hambre de tanto no comer;
sólo calavera, llorando granizo viejo por mejillas,
llegué trayendo frutos de la yunga.
Cuatro semanas de ayuno.
Encontré a mi mujer partida en dos por Alférez Quintanilla,
Mujer, convivienta de éste, mató dos hijos míos a latigazos.

Pachacámac, Pachacámac
y yo, a la vida
así morí.
Y de tanto dolor, siete cielos
por setenta soles, Pachacámac,
mujer pariendo mi hijo, le torcí los brazos.
Ella, dulce ya de tanto aborto, dijo:
"Quiebra maqui de guagua;
quiebra pescuezo de guagua;
no quiero que sirva
que sirva de mitayo a viracochas".
Quebré.

Y entre Curas, tam, unos pareciendo, buitres, diablos, había.
Iguales. Peores que los de dos piernas.
otros decían: "Hijo, amor a Cristo".
unos decían: "Contribución, mitayo, a trabajar en mi hacienda,
a tejer dentro de iglesia,
cera para monumento,
aceite para lámpara,
huevos de ceniza,
doctrina y ciegos doctrineros.

Vihuela, india a la cocina, hija a la cama.
Así dijeron. Obedecí.
Y después: Ron, Manuel, Salva, Antonio, Miguel,
leña, carbón, huevos, pescado, piedras, ceniza,
mujeres, hija, runa-llama
runa-llama que en tres meses
comiste más dos mil corazones de hijas.
Y a mujer que tam comistes
cerca de oreja de marido y de hijo,
noche a noche.

Brazos llevaron al mal.
Ojos al llanto.
Hombros al soplo de tus fuetes,
Mejillas a lo duro de tus botas.

En obraje de telas tam trabajé,
año cuarenta días,
yo, el desnudo, encerrado en oscuro calabozo,
de un claror hasta el otro claror.
Con puñado de maíz para mi pulso
que era más delgado que el hijo que tejía
trabajé, trabajé,
tejí, tejí,
Hice la tela con que vistieron cuerpos los señores,
que le dieron desnudez y blancura a mi esqueleto.
Y día viernes santo, amanecí acostado,
con vómito de sangre entre hilos y lanzaderas.
Así, entinté con mi alma, llena de costado,
la tela de los que me desnudaron.
Y a un Cristo, adrede, tam trujeron,
entre lanzas, banderas y caballos.
Y a su nombre, hiciéronme agradecer el hambre,
la sed, los azotes diarios y la desraza de mi raza.
Así avisa al mundo, amigo de mi angustia.
 Di. Da diciendo. Dios te pague.

Y bajo ese mesmo Cristo,
negra nube de buitres de trapo tam vinieron. Tantos.
Hicieron cientos de casas.
Miles de hijos. Robos de altar. Pillerías de cama.
Dejáronme en una vera del camino,
sin sur, sin norte... ¡dejáronme!

Y luego en trapiches donde molían la cañas,
moliéronme las manos,
hermanos de tristeza bebieron mi sanguaza,
Miel y sangre.
¡Y me enseñaron el triste cielo del alcohol!
y la desesperanza.
Dios Tipac

Pachacámac,
¡Pachacámac!¡Pachacámac!
Tú que no eres hembra ni varón.
Tú que eres todo y eres nada,
Como el venado herido por la sed
te busco y sólo a ti te adoro.
¡Pachacámac!
Si tan sólo supieras, amigo de mi angustia,
cómo pegaban sin razón

"Indio, capisayo al suelo, indio, calzoncillos al suelo,
indio bocabajo, cuenta los azotes"
1, 3, 5, 7, 25, 75.
Así aprendí a contar, con mi dolor y mis llagas, en tu castellano,
y luego levantándome sangrando
tenía que besar mano y látigo de verdugo.
"Dioselopagui, amito", decía de dolor y de tristeza.

En hacienda tam,
entre barredoras, hierbateras y cocineras
había una llamada Dulita.
Un día se le cayó una escudilla de barro,
Ay, se le cayó en mil pedazos.
Y el mestizo Juan Ruíz, tanto odio para nosotros
por retorcido de sangre
pateándole las nalgas le llevó hasta la cocina
Ella, ni un gemido, ni una lágrima
pero dijo una palabra tan suya y tan nuestra: ¡Carajú!
Y él, muy cobarde, puso una cáscara de huevo
en la llama hasta que estuvo roja y le pringó en los labios,
así, que se le abrieron como rosas.
Cinco días no comió,
yo la encontré muerta en la acequia de los excrementos.

Y al Tomás Quitumbe, el hijo de Quito, que se fue huyendo
de terror, por esos montes,
le persiguieron; un alférez iba a la cabeza.
Y él, corre que corre, como venado herido
por esos montes de sigses, plata y pluma
hasta que cayó herido a los pies de tantos pedernales.
Cazáronle. Amarráronle el pelo a la cola de un potro alazán,
y arrastráronle hasta medio de patio de la hacienda de los Chillos.
Allí le rellenaron las heridas con ají y sal,
así todo piernas, así todo trasero:
"Amo viracocha, perdón, amo viracocha, perdón, amo viracocha, perdón".
Nadie le vio morir.

Pero un día volví. ¡Y ahora vuelvo!
Esta tierra es mía,
mía, mía para adentro, como mujer en la noche.
Mía, mía para arriba, más allá del gavilán.
Vuelvo, álzome!
Levántome del tercer siglo, de entre los muertos!
¡y de los muertos, vengo!
¡Yo soy Juan Atampam! ¡Yo, tam!
¡Yo soy Blas Llaguarcos! ¡Yo, tam!
Esta tierra es mía,
la tierra se mueve con todas sus caderas
sus vientres y sus mamas.
¡Yo soy el indio de América!
Vengo a reclamar mi heredad.
¡Pachacámac!
Aquí estoy, aquí estamos.
¡Aquí estoy!