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Bolívar.- Bolívar miraba más por su honor que por su gloria; y por esto ha dejado una fama equívoca, después de haber emprendido una carrera brillante.
Los colombianos han hecho con Bolívar lo que los atenienses con Sócrates y los ingleses con Carlos I, esto es, perseguirlos durante la vida , y erigirles estatuas después de muertos.
Los hombres son una especie de animales nocturnos, que no ven el mérito sino en la obscuridad del sepulcro.
Bolívar y Santander eran dos genios, con distintos caracteres, Bolívar cuidaba de su persona, y quería ser el primero en Colombia, como Pompeyo en Roma. Santander se había despojado de sus prerrogativas personales, y no quería sino una república mazziniana radical, o lo que fuese. Con esta idea, mandó que se enseñara en los colegios la doctrina de Bentham. !Qué espectáculo tan doloroso fue ver convertidos los seminarios en gimnasios de jóvenes utilitaristas¡
Bolívar creaba soldados que miraban la muerte y la religión como ilusiones. Santander educaba jóvenes epicúreos, que tarde o temprano debían producir frutos amargos. Con tales elementos, Colombia debía disolverse, y se disolvió.
Bolívar respetaba la vida de Santander. Este, al contrario, se mezcló con los asesinos de Bolívar.
Colombia habría subsistido con Bolívar, sin Santander. Santander no pudo sostener a Colombia sin bolívar. Este era un atlante , y el otro, si se quiere, un gigante.
Bolívar nunca se hizo César, pero Santander se presentó, como Bruto, partidario y faccioso: partidario, defendiendo la libertad, y faccioso, asesinando a César.
Bolívar podía haber creado una monarquía si lo hubiera querido.
Santander no tenía elementos ni para una monarquía, ni para una república. La primera se hace con soldados; la segunda con el pueblo.
Las simpatías del ejército se inclinaban a Bolívar; y Santander apenas tenía una semipopularidad.
Bolívar era venezolano, y Santander granadino. El uno tenía algo de llanero, el otro algo de estudiante.
Bolívar quería ir con la experiencia, y Santander con el siglo.
Mientras Bolívar trabajaba en el Perú, para darle independencia y libertad, Santander se ocupaba de dejarnos la deuda colombiana.
Bolívar y la nación le pidieron cuentas de aquel funesto empréstito y Santander les dio cuentos.
Bolívar era el hombre del orden, y Santander el hombre de las leyes.
El retrato de Bolívar está hecho por naturales y extranjeros; el de Santander está bosquejado.
La tragedia de Samper, intitulada La conspiración de Septiembre... deshonra a su autor, y no a Bolívar, ni a la nación granadina.
Cuando aquél hace hablar a Bolívar, diciendo: "Yo soy el Chimborazo viviente de Colombia: y así como ese gigante los Andes pudiera, al desplomarse, aplastar una cordillera, yo aplastaré a mis enemigos, si se olvidan de mi clemencia", es una expresión fanfarrona, que sólo ha existido en la imaginación del poeta, y jamás en el corazón del Libertador.
Bolívar y Santander pasarán a la posteridad con diversas actitudes. El uno, escribiendo una elegia sobre Colombia; y el otro, dictando leyes.
Bossuet.- La elevación del genio de Bossuet es como la de las nubes, que a veces nos priva de la luz cuando más la necesitamos.
Bossuet habría sido muy grande si no se hubiese acercado mucho a Luis el Grande. La grandeza de los reyes es el orín de la grandeza de los obispos.
Bossuet y Fenelón eran dos astros, y, por consiguiente, no podían caminar por una misma órbita.
Brutos.- Los brutos no son felices, ni infelices; porque no conocen su estado. La Religión excita nuestra compasión con respecto a los brutos, mucho mejor que las reflexiones de Pitágoras y los cuadros de Hogart.
Si los brutos tuviesen alma racional, semejante a la nuestra, harían en la moral, en las ciencias y en las artes, mayores progresos que nosotros y nos darían mejor trato que el que nosotros damos a ellos.
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Calaveras.- No sólo hay calaveras en los cementerios, sino también en los palacios y en las casas más decentes. El vulgo teme las primeras, y el sensato las segundas.
Calvario y Tabor.- Todo el mundo es Jerusalén, que tiene más cerca el Calvario que el Tabor.
Celebridad.- Si los hombres supiesen que la celebridad es una tentación muy peligrosa, ciertamente no la buscarían con tanto ardor.
Censura.- La censura es tan necesaria en el mundo, como el movimiento. La una nace del odio al vicio, y la otra de la envidia o del furor. La primera reforma y la segunda destruye.
El hombre no puede vivir sin censurar o detractar. Por esto, los gobiernos que impiden la censura de los escritores públicos, no hacen sino fomentar la detracción, y, por consiguiente, la desmoralización de la sociedad.
Cuestiones geográfico-políticas.- El Chimborazo y el Sorata son los puntos más elevados de la cordillera de los Andes. La base del primero se extiende hasta el Amazonas y Jaén, por el Sudeste y el Sud; la del segundo, hasta Chile, Arica é Iquique, por el Oeste.
Tendrán miedo de que se desplomen estos colosos andinos, cuando los peruanos quieren darles unas bases muy pequeñas. Lo cierto es que, mientras existan cuestiones geográfico-políticas entre las naciones, no puede haber paz estable en ellas. Este es el origen de las discordias entre bolivianos y peruanos, y entre éstos y los ecuatorianos.
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