Nos dice nuestro
antiguo cronista Antonio Lloret Bastidas, genial historiador pero periodista
sobretodo:
“La pregunta
comienza por el principio ¿qué es la cultura?
Y asimismo, la definición
académica es como debía serlo, clara y sencilla: “la cultura es el resultado o
efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del
ejercicio las facultades intelectuales del hombre… es un conjunto de modos de
vida y costumbres, conocimiento y grado de desarrollo artístico, científico,
industrial en una época o grupo social”
La Cultura
Popular es por la tanto el conjunto de las manifestaciones en que se expresa la
vida tradicional de un pueblo. Pero siempre ha de ser algo más: el fondo
permanente de la civilización humana que se ha caracterizado por la
universalidad y la tradición de sus manifestaciones formales. En síntesis,
cultura es educación, pulimento y práctica constante que nos lleva al progreso
y perfeccionamiento del género humano; tal es así que la cultura se vuelve una religión……
La cultura es
algo más y al mismo tiempo una preocupación constante, __nos dice__ no sólo
del Estado, sino de todas las instituciones del ámbito público, ligadas a este
en todas las órdenes, ya sean el político, en lo social, en lo económico, en lo
industrial. etc. y de las entidades privadas, obligadas, de algún modo, a
fomentarla. Se considera entonces una sociología
de la cultura que comenzaría por las escuelas hasta llegar a los colegios y
universidades; pues, efectivamente, colegios y universidades forman parte de la
cultura de un pueblo, la completan y la perfeccionan. Su expansión no cesa en ningún
momento cuando llega a los núcleos obreros y campesinos y toma nuevos cauces y
abre caminos en bibliotecas y museos, en laboratorios y talleres y en los medios de comunicación social, cuyo
grado de perfeccionamiento técnico ha permitido que penetre profundamente en
todas partes, en todos los hogares y se ponga al alcance de las masas: la lucha
por erradicar el analfabetismo constituye una de las grandes preocupaciones de
la cultura.
LOS ORÍGENES.-
Nuestras raíces culturales
se hunden en los remotos siglos de un Continente virgen que después se les
antojó a los europeos llamarle América: en estas tierras milenarias próximas a
nuestros orígenes predominó la cultura cañari bajo el influjo de las culturas
formativas de las costas del Pacífico en su constante intercambio y comercio
con los pueblos vecinos del Perú y del Altiplano. La cultura incásica asomó por
las tierras cañaris hacia las décadas intermedias y finales del siglo XV; fue
intenso, aunque breve, su dominio, y dejó como impronta la ciudad de Tomebamba,
tierra nativa del emperador Huayna-Capac.
Sobrevino en
seguida la conquista española, que fue como decir el último de la prehistoria
cañari y el primer d{ía de la historia colonial: así quedaron fijadas estas
fechas por el hecho de la fundación castellana de Cuenca de América el 12 de
Abril de 1557 que, en opinión del polígrafo Don Remigio Crespo Toral no fue
sino un refacimento. Leámosle: “la Cuenca de Gil Ramírez Dávalos se
puede estimar solamente como restauración, o mejor; refacimento de Tumipamba,
sin que por ello deje de considerarse memorable el acta de Ramírez Dávalos”.
Se habla
entonces de Cuenca ciudad imperial que ya estuvo fundada como el Cuzco o México
y que se llamó la Guapondélig de los cañaris y la Tomebamba de Túpac Yupanqui.
La conquista
española fue a manera de una andanza caballeresca realizada por hombres del
Renacimiento, audaces e ilustrados como Hernán
Cortéz en México y audaces e ignaros como Francisco Pizarro en
el Perú. A la terminación de ella, se inició la vida colonial, es decir, la
cultura colonial de América enmarcada en los moldes imperiales de España de la administración
municipal, preferentemente, y de la justicia en particular. De esta manera
Cuenca pasó a ser el centro del antiguo vasto territorio y se constituyó de
hecho en la capital de lo que se denominó “PROVINCIAS AZUAYAS”: adoptó el espíritu
castellano, su idioma, la religión católica, se amoldó a las costumbres de los
conquistadores, sin dejar las tradiciones aborígenes.
El 29 de Agosto de 1563, Felipe II creó la Real
Audiencia de Quito.
Así nació y se
afianzó la cultura hispánica y comenzó a crecer nuestra nacionalidad. Primero
fue Corregimiento de Cuenca, luego la Gobernación (1777) Y después el Obispado
(1779) que comprendía un inmenso territorio, desde el Sur del Chimborazo hasta
Loja y el norte del Perú, y desde las tierras amazónicas y orientales hasta las
de Manabí, el Guayas y el mar Pacífico y la isla de Puná. El cabildo cuencano
debidamente organizado para el gobierno de la ciudad con sus tierras de pan
llevar y con todas sus autoridades: el vicario, los conventos, el clero:, la policía,
la justicia, los alcaldes y regidores, los escribanos, los comerciantes, los
indios conciertos, los maestros de escuela, los criollos, constituye el núcleo
cultural más representativo y que ha hecho la historia, junto con el
vecindario, fiel a toda disposición.
EL CHUNUCARI.-
“La máscara de
cabellos ofídicos que el Banco Central ha escogido como logotipo de la institución,
fue hallada en CHUNUCARI, cerca de la unión de los ríos Pamar y Santa Bárbara.
Mientras formaba parte del Museo Konanz, esta pieza era conocida como “El Chunucari”,
(Historia del Ecuador, Prehistoria, por Guillermo Segarra Iñiguez). Olaf Holm
la denomina máscara de oro <DIOS SOL> y dice que en ella se combinan los
elementos del panteón prehistórico.”
* (LLORET B., Antonio (2006) Crónicas de Cuenca,
tomo V la cultura, Talleres Gráficos de la Universidad de Cuenca, Cuenca.)
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