En esta fecha un grupo de
patriotas proclama la independencia de la Gobernación Colonial de Cuenca, como días
antes lo había realizado Guayaquil. ¡Que viva la libertad! ¡Abajo los
chapetones! ¡Abajo su terquedad!. Este era el grito de “blancos y mestizos”,
comandados por los ricos y nobles “criollos”, en franca rebelión contra los odiados
españoles o chapetones.
Se ha identificado el
nombre y apellido de al menos cuarenta patriotas –civiles, militares y eclesiásticos-
que de alguna manera participaron en la rebelión contra España, en los días 3 y
4 de noviembre de 1820. He aquí unos pocos: Tomás y Paulino Ordoñez, José María
Vásquez de Noboa, Joaquín de Salazar y Lozano; los sacerdotes José Peñafiel, Andrés
Beltrán y Javier Loyola; y una valiente MUJER: Margarita Torres, esposa de
Paulino O. en cuya casa, desde antes del tres de Noviembre, y luego hasta el
año de la liberación definitiva (1822), se reunían los amigos de Cuenca
independiente.
Como el comandante
español de la plaza, Antonio García, actuara con sus pocos soldados para
impedir “la revolución” de los indóciles y audaces cuencanos, éstos al final
del día 3, debieron replegarse al barrio del Vecino, donde se fortificaron. Así
pues, fue solamente el día 4 de noviembre, cuando pudo triunfar la proclama
libertaria de la Gobernación de Cuenca (provincias de Azuay y Cañar). Para
esto, resultó decisiva la presencia en la ciudad de Javier Loyola, CURA de
Chuquipata (anejo del cantón cuencano de Azogues). al frente de un numeroso y
aguerrido contingente de blancos, mestizos e indios armados.
De esta manera se
iniciaba en noviembre de 1820 –aunque solamente se consumaría en 1822- la emancipación
política de Cuenca y de su amplia jurisdicción.
Para el 15 de noviembre
se había reunido, en la capital de la antigua gobernación, una representativa Asamblea
Constituyente, compuesta por 35 diputados. Estos habían sido designados o
electos por las diversas corporaciones (Cabildo, Clero, Milicia) y gremios de
la ciudad (agricultores, comercio, abogados), así como por algunos pueblos
cercanos a Cuenca (Baños, El Valle, Paccha, Cumbe, etc.), y otros de su amplia jurisdicción:
Cañar, Azogues, Gualaceo, Paute, Sígsig, Chuquipata, Girón, Oña, Nabón, Jima,
Pucará, Molleturo, etc.
En la fecha arriba mencionada
se aprobó “La Constitución” de nueve capítulos de la “República de Cuenca”.
Además, se confirmó como Jefe Político y Militar a José María Vásquez de Noboa
y se nombró la Junta Suprema de Gobierno compuesta por cinco miembros.
Sin embargo, el nuevo
territorio independiente tendría efímera duración y terminaría con la sangrienta
derrota del 20 de diciembre de 1820, en los campos de Verdeloma, situados a
cinco kilómetros al occidente de Biblián. El incipiente ejército de la
República de Cuenca, muy poco entrenado y mal armado, fracasaba frente a las
veteranas y bien equipadas fuerzas realistas, comandadas por el experimentado y
sanguinario coronel español Francisco González. Más de 200 patriotas de las
actuales provincias de Azuay y Cañar eran sacrificados en el campo de batalla.
En el mes de enero de
1821, el cruel comandante español ordenó la ejecución pública, en la Plaza de
San Francisco, de 28 héroes anónimos de la libertad. Luego, todo el nefasto año
de 1821 –y hasta la entrada del General Sucre en Cuenca- se dieron
confiscaciones de casas, propiedades, joyas y otros bienes de quienes habían participado,
de alguna manera, en el primer intento de emancipación. Muchos criollos,
incluidos por supuesto los cabecillas, tuvieron que refugiarse en inhóspitos lugares,
autodesterrarse, o viajar a Guayaquil independiente.
La tiranía y la
arbitrariedad reinaron durante catorce meses en Cuenca y su jurisdicción.
Además, todo ciudadano debía contribuir forzosamente al equipamiento y sostén del
odiado y numeroso ejército de ocupación, sea con dinero, especies o trabajo
obligatorio.
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LOS AÑOS VEINTE DEL SIGLO
XIX, CULTURA CUENCANA EN EL SIGLO XIX.
RODRIGO LOPEZ MONSALVE,
CUENCA-ECUADOR.
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