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viernes, 2 de noviembre de 2018

LOS AÑOS VEINTE DEL SIGLO XIX



 Para tratar algunos rasgos histórico-culturales del siglo XIX, tomamos como punto de partida al día viernes 3 de noviembre de 1820.

En esta fecha un grupo de patriotas proclama la independencia de la Gobernación Colonial de Cuenca, como días antes lo había realizado Guayaquil. ¡Que viva la libertad! ¡Abajo los chapetones! ¡Abajo su terquedad!. Este era el grito de “blancos y mestizos”, comandados por los ricos y nobles “criollos”, en franca rebelión contra los odiados españoles o chapetones.

Se ha identificado el nombre y apellido de al menos cuarenta patriotas –civiles, militares y eclesiásticos- que de alguna manera participaron en la rebelión contra España, en los días 3 y 4 de noviembre de 1820. He aquí unos pocos: Tomás y Paulino Ordoñez, José María Vásquez de Noboa, Joaquín de Salazar y Lozano; los sacerdotes José Peñafiel, Andrés Beltrán y Javier Loyola; y una valiente MUJER: Margarita Torres, esposa de Paulino O. en cuya casa, desde antes del tres de Noviembre, y luego hasta el año de la liberación definitiva (1822), se reunían los amigos de Cuenca independiente.

Como el comandante español de la plaza, Antonio García, actuara con sus pocos soldados para impedir “la revolución” de los indóciles y audaces cuencanos, éstos al final del día 3, debieron replegarse al barrio del Vecino, donde se fortificaron. Así pues, fue solamente el día 4 de noviembre, cuando pudo triunfar la proclama libertaria de la Gobernación de Cuenca (provincias de Azuay y Cañar). Para esto, resultó decisiva la presencia en la ciudad de Javier Loyola, CURA de Chuquipata (anejo del cantón cuencano de Azogues). al frente de un numeroso y aguerrido contingente de blancos, mestizos e indios armados.

De esta manera se iniciaba en noviembre de 1820 –aunque solamente se consumaría en 1822- la emancipación política de Cuenca y de su amplia jurisdicción.

Para el 15 de noviembre se había reunido, en la capital de la antigua gobernación, una representativa Asamblea Constituyente, compuesta por 35 diputados. Estos habían sido designados o electos por las diversas corporaciones (Cabildo, Clero, Milicia) y gremios de la ciudad (agricultores, comercio, abogados), así como por algunos pueblos cercanos a Cuenca (Baños, El Valle, Paccha, Cumbe, etc.), y otros de su amplia jurisdicción: Cañar, Azogues, Gualaceo, Paute, Sígsig, Chuquipata, Girón, Oña, Nabón, Jima, Pucará, Molleturo, etc.

En la fecha arriba mencionada se aprobó “La Constitución” de nueve capítulos de la “República de Cuenca”. Además, se confirmó como Jefe Político y Militar a José María Vásquez de Noboa y se nombró la Junta Suprema de Gobierno compuesta por cinco miembros.
Sin embargo, el nuevo territorio independiente tendría efímera duración y terminaría con la sangrienta derrota del 20 de diciembre de 1820, en los campos de Verdeloma, situados a cinco kilómetros al occidente de Biblián. El incipiente ejército de la República de Cuenca, muy poco entrenado y mal armado, fracasaba frente a las veteranas y bien equipadas fuerzas realistas, comandadas por el experimentado y sanguinario coronel español Francisco González. Más de 200 patriotas de las actuales provincias de Azuay y Cañar eran sacrificados en el campo de batalla.

En el mes de enero de 1821, el cruel comandante español ordenó la ejecución pública, en la Plaza de San Francisco, de 28 héroes anónimos de la libertad. Luego, todo el nefasto año de 1821 –y hasta la entrada del General Sucre en Cuenca- se dieron confiscaciones de casas, propiedades, joyas y otros bienes de quienes habían participado, de alguna manera, en el primer intento de emancipación. Muchos criollos, incluidos por supuesto los cabecillas, tuvieron que refugiarse en inhóspitos lugares, autodesterrarse, o viajar a Guayaquil independiente.

La tiranía y la arbitrariedad reinaron durante catorce meses en Cuenca y su jurisdicción. Además, todo ciudadano debía contribuir forzosamente al equipamiento y sostén del odiado y numeroso ejército de ocupación, sea con dinero, especies o trabajo obligatorio.  

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LOS AÑOS VEINTE DEL SIGLO XIX, CULTURA CUENCANA EN EL SIGLO XIX.
RODRIGO LOPEZ MONSALVE,
CUENCA-ECUADOR.

{…}

sábado, 29 de septiembre de 2018

"Biografía del General Torres"




BIOGRAFIA DE
DON YGNACIO TORRES
GRAN COLOMBIA,
(****DEL DICCIONARIO BIOGRAFICO ECUADOR de Rodolfo Pérez Pimentel)





IGNACIO TORRES TENORIO




PROCER DE LA INDEPENDENCIA.- Nació en Popayán el 7 de Junio de 1.776, hijo legítimo de Francisco Jerónimo de Torres y Herreros, español de la villa de Lambreras, jurisdicción de Calahorra y de Teresa Tenorio y Carbajal, de la nobleza de Popayán. Fue su hermano el ilustre Prócer Camilo Torres Tenorio llamado no sin razón el Tribuno del Pueblo.
Recibió las primeras letras en casa, luego cursó la secundaria en el Real Seminario de Popayán donde fue nombrado "Capista" en 1.789. Posteriormente ingresó a la Universidad de Bogotá pero no logró culminar sus estudios de Jurisprudencia. Desde 1.800 vivió en su ciudad natal ayudando a su padre en los negocios; en 1.809 figuró en Bogotá con otros comprometidos, elaborando un plan para lograr la independencia.
El doctor Camilo Torres, su hermano mayor, conocido como el mejor abogado de la Nueva Granada, escribió en 1.810 una "Representación del Cabildo de Bogotá a la Suprema Junta de Gobierno", documento que ha pasado a la historia con el nombre de "Memorial de Agravios".
A fines de 1.810 viajó a Cali y en febrero de 1.811 fue Teniente de Milicias en las fuerzas del General Baraya; patriota que intentó liberar Popayán del dominio realista, para lo cual avanzó amenazante y el 28 de marzo triunfó sobre los españoles en el puente de "Palacé", donde Torres obtuvo su bautizo de sangre quitando un cañón al enemigo.
En agosto de 1.811 figuró en la vanguardia y asistió a las acciones de "Patía" y "Mercaderes" que permitieron la ocupación de Pasto el lo. de Octubre. En 1.812 y siempre con la fuerzas de Baraya, marchó sobre el ejército del Gobernador Tacón y ocupó Barbacoas en la costa del Chocó, siendo designado Jefe Civil y militar de esa plaza; ejerció el mando por cinco meses y recibió el ascenso a Coronel que le envió el Presidente Caicedo.
En 1.813 partió al norte por la vía de Popayán con el fin de unirse a las fuerzas del General Antonio Nariño que lo nombró su Edecán y con él asistió a la "Campaña del Sur", una de las más gloriosas de la "Guerra Magna". Primero salieron a buscar al realista Juan Sámano, que con 2.000 hombres ocupaba los valles del río Cauca. Mientras tanto el Presidente de Quito, Gral. Toribio Montes, quiso llegar a un entendimiento, pero Nariño se opuso contestando que "estaba dispuesto a sacrificarlo todo antes que ver a su Patria bajo su antigua servidumbre" y abrió las operaciones, obteniendo una brillantísima victoria en "Alto Palacé" el 30 de diciembre de 1.813, que le abrió las puertas de Popayán y casi enseguida volvió a triunfar en "Calibío" el 15 de Enero de 1.814; en el río "Juanambú" el 29 de abril; en "Chacapamba" el 4 de mayo; en “Tasines” el 9 y habiendo arribado al ejído de "Pasto" el día 10, los patriotas fueron derrotados por fuerzas superiores, pero lograron huir a Bogotá.
Meses después abrieron operaciones sobre la "Cuchilla del Tambo" y nuevamente fueron derrotados. Torres fue tomado prisionero y en agosto de 1.816 llevado a pie con esposas y cadena, al presidio del Puerto Cabello en Venezuela. Allí permanecerá casi cinco años hasta marzo en 1.821 que escapó y se presentó al General Bolívar, que lo nombró su Segundo Edecán y miembro del Estado Mayor.
En el ejército de Bolívar avanzó a "Bombona" y el 7 de abril de 1.822 asistió a dicha célebre batalla que paralizó a las fuerzas del Coronel Basilio García, impidiéndole unir sus efectivos a los del Presidente de Quito, General Melchor Aymerich, que combatía a Sucre en el Sur.
La Batalla del Pichincha, el 24 de mayo de 1.822, franqueó a Bolívar el paso hacia el sur, porque debilitó a los realistas de Pasto que fueron derrotados el 8 de Junio. El 16 entró Bolívar en Quito y el 23 de Julio arribó a Guayaquil. Días después Torres fue comisionado para cumplementar a San Martín que había llegado a la Puná a bordo de la fragata "Macedonia". A quien entregó dos comunicaciones.
Al poco tiempo Bolívar lo nombró Gobernador de Cuenca en reemplazo del Coronel Tomás de Heres, a quien requería para la campaña del Perú. Entonces residió varios meses en Cuenca y en 1.823 estaba de regreso en Guayaquil dejando en su reemplazo al Coronel Antonio Morales y Galavís. En Guayaquil permaneció hasta Agosto de 1.824 en que fue nombrado Intendente del recién creado Departamento del Azuay, viajó a Cuenca, ganándose la amistad y el aprecio de la población. En 1.824 reclutó 3.000 soldados para la campaña del Perú, igualmente envió 100.000 pesos de auxilios; esta gente peleó en los batallones "Del Sur" y "Pichincha" a las órdenes del General José María Córdoba en Ayacucho, donde dieron la célebre carga que decidió el éxito de la batalla. En agradecimiento a la ayuda prestaba por Torres en 1.825 Bolívar solicitó su ascenso a General de Brigada. Y como no había dinero en la tesorería para pagarle sus sueldos le entregó una gran casa en la calle Colombia y Cordero y varias haciendas que habían pertenecido a los jesuitas, entre ellas San Pedro en el valle de Yunguilla. El Consejo de Gobierno del Perú lo declaró "Hijo preclaro de la República" y le entregó la primera de las nueve medallas de oro con el busto del Libertador.
Su gobierno en Cuenca fue positivo. En 1.826 realizó el censo de los cantones Cuenca, Cañar, Gualaceo y Girón y adquirió la imprenta que había sido propiedad del Deán Sodupe, la puso en funcionamiento y entregó a Fray Vicente Solano.
En Enero de 1.827 y con motivo de la sublevación de la “Tercera División" de Colombia verificó una contrarrevolución en Cuenca favorable a Bolívar, organizando dos batallones que envió a Loja para evitar el avance del Coronel Bustamante. Posteriormente y motivado por la actitud del vecindario tuvo que entrar en conversaciones con los rebeldes y entregó la plaza; pero a los pocos días, el 5 de mayo, volvió a recuperarla.
Entre 1.828 y 29 reemplazó al General Juan José Flores como Intendente de Quito, durante su ausencia en la campaña de Tarqui, debelando el complot del Coronel Fernando Ayarza, que la noche del 26 de enero de 1.829 sublevó a cincuenta presos de la cárcel con el objeto de proclamar la independencia del Sur de Colombia.
En mayo de 1.830 se adhirió a la República del Ecuador apoyando la acción militar de su amigo el General Juan José Flores, que había proclamado la separación del Departamento del Sur. En agosto concurrió a la Convención reunida en Riobamba en su calidad de Diputado por el Azuay y se negó a ser candidatizado a la presidencia de la República. En 1.832 casó con Angela Beltrán, muy menor a él (hija natural de Miguel Gil Malo y Peña y de María Perea y Beltrán) cuidada por su tío el Canónigo Andrés Beltrán de los Ríos, virtuoso eclesiástico que la recogió y educó en los gajes de la sociedad de entonces; así pues, doña Angela, en reconocimiento a su protector, adoptó el apellido Beltrán y con él figuró en sociedad. El matrimonio fue solemne y concurrieron numerosas damas y caballeros de Cuenca-. En 1.835 fue nuevamente Diputado y asistió a la Convención de Ambato, votando para la presidencia por Rocafuerte. En tal ocasión fue electo Director de la Junta Preparatoria y rehusó ser designado Vicepresidente de la República. Luego pasó a trabajar las minas de Pillán cerca de Cuenca.
En 1.839 fue Senador por el Azuay en el Congreso Constituyente de Quito. Terminadas las sesiones retornó a Cuenca, se sintió enfermo de gravedad, escribió a Flores y solicitó que vele por su esposa e hijos.
Falleció el 4 de 0ctubre de 1.840 en Cuenca de 64 años de edad, rodeado de algunos frailes que le obligaron a hacer varias restituciones, aduciendo que las haciendas que le habían sido asignadas, años antes formaban parte del patrimonio eclesiástico.
Modesto, ecuánime, civilizado, enérgico cuando la ocasión lo requería, gozó de la protección y confianza de Bolívar desde 1.821 y le pagó con creces, siendo fiel a su ideario hasta la muerte del Libertador en 1.830. Según Bolívar, el entonces Coronel Torres era "el mejor hombre del mundo". Su gobierno en Cuenca fue progresista y logró limar las asperezas propias del cambio que produjo la libertad.

Foto Cortesía:

domingo, 11 de marzo de 2018

JOSÉ DOMINGO DE LA MERCED DE LA MAR Y CORTÁZAR (1776 - 1830) / SEMBLANTE

Fue bautizado D. José Domingo de la Merced de La Mar y Cortázar, el 12 de mayo de 1776, en la parroquia El Sagrario de la ciudad de Cuenca,
Hijo del vizcaíno Marcos La Mar Migura, secretario que fue de las gobernaciones de Cumaná y Cartagena, tesorero y contador de Hacienda de Guayaquil, Cuenca, Bogotá y Quito; y de doña Josefa Paula (Ruiz de) Cortázar y Labayén, guayaquileña y hermana del obispo de Cuenca, José Ignacio Cortázar y Labayén, y descendiente de Rodrigo de Vargas y Guzmán, conquistador de la Costa del Mar del Sur y capitán general de la isla de La Puná. Francisco de Requena, tío de su madre, fue gobernador y comandante general de Maynas; María Josefa Justa La Mar y Cortázar, hermana de José, casaría con el capitán de milicias Juan Bautista Elizalde, vinculado también a la aristocracia no titulada de Guayaquil. Otro hermano de su madre fue Francisco Cortázar y Labayén, abogado de la Real Audiencia de Quito, gobernador de Jaén de Bracamoros, oidor de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá y regente de la Real Audiencia de Quito. Francisco Cortázar estudió en Lima en el Seminario de Santo Toribio de Mogrovejo y se graduó de bachiller en la Universidad de San Marcos. Fue con él con quien José de La Mar viajaría a España siendo un niño aún; ingresó al Seminario de Nobles de Madrid y descolló especialmente en matemáticas y demás estudios vinculados a la profesión militar, aprovechando para aprender el francés.



José Joaquín de Olmedo - Canto a Bolívar 
(fragmento)

Allá por otra parte
sereno, pero siempre infatigable,
terrible cual su nombre, batallando
se presenta La-Mar, y se apresura
la tarda rota del protervo bando.
Era su antiguo voto, por la patria
combatir y morir; Dios complacido
combatir y vencer le ha concedido.
Mártir del pundonor, he aquí tu día:
ya la calumnia impía
bajo tu pie bramando confundida,
te sonríe la Patria agradecida;
y tu nombre glorioso,
al armónico canto que resuena
en las floridas márgenes del Guayas
que por oírlo su corriente enfrena,
se mezclará , y el pecho de tu amigo,
tus hazañas cantando y tu ventura,

palpitará de gozo y de ternura.

*Comandante General de la Provincia de Guayaquil 1822


"Vinieron al fin los beligerantes al campo de Ayacucho, donde al general La Mar, colocado a la izquierda del ejercito libertador con su división, compuesta de la Legión Peruana y de los batallones 1, 2 y 3, tocó batirse con el mariscal Valdés, que mandaba la ala derecha del ejercito realista, constante de seis piezas de montaña, cuatro batallones y dos escuadrones de húsares. Valdés rompió sobre La Mar un fuego vivísimo, horroroso, con la artillería y un batallón desplegado en guerrilla. Este violento ataque de la mejor tropa española al mando de su mejor jefe, hubiera sido más que suficiente para que La Mar hubiese perdido su división, y el ejercito la batalla; a no ser por un soldado imperturbable en el peligro. Cedieron un tanto los batallones peruanos extenuados; pero La Mar los volvió a alentar y entraron nuevamente en combate. El general en jefe conociendo el peligro y valor de La Mar, le mandó de refuerzo los batallones Vencedor y Vargas de la guardia colombiana, los que rompiendo el fuego sobre Valdés, lo hicieron retroceder. Derrotado el centro de los españoles y expedito para atacar el segundo escuadrón de húsares de Junin, mandóle cargar el general en jefe a la caballería de Valdés; y lo hizo con tal denuedo, que fue completo el triunfo sobre el terrible asturiano, que al ver perdida su división y la batalla, probó su orgullo por primera y última vez en el Perú el más acerbo desengaño.
 


Los españoles dispersos volvían a subir la montaña Condorcunca en donde habían tenido su campamento antes del sangriento choque, y allí por órdenes de sus jefes se iban reuniendo: siendo los que se juntaron más de tres mil doscientos hombres, fuera de jefes y oficiales; tal vez no se habría obtenido el final desenlace de la guerra, a no haber ocupado a la una de la tarde las alturas de la montaña las divisiones de La Mar y de Lara, que tuvieron a los vencidos bajo tiro de fusil. No cabe duda que el General La Mar persuadió a Canterac para que celebrase una capitulación, manifestándole lo inútil, escandaloso y lastimero que sería derramar más sangre. Convencidos Canterac y los demás jefes españoles de esta verdad, se dejó traer el primero por La Mar a la tienda del General Sucre donde se ajustó el convenio."



martes, 6 de marzo de 2018

LUIS CORDERO C (1833 Déleg, Cañar - 1912 Cuenca, Azuay)







Ya que la Patria querida,
madre al fin gradecida,
los méritos galardona
muy modestos de mi vida,
ostentaré la Corona
cual si fuese merecida.

Mas, tú, Juventud amada,
que ayer al mundo llegada,
poco sabes de mi historia,
preguntarás asombrada,
¿por qué, al fin de la jornada,
me alumbra el sol de la gloria?

La sencilla narración,
que en familiar confidencia,
el rumbo y la inclinación,
bosqueje de mi existencia,
te hará ver con evidencia,
que esta corona es lección.

A diez millas de distancia
de esta Tomebamba bella,
excelsa cumbre descuella,
diré que con arrogancia,
porque dos veces desde ella,
midió al planeta La Francia.

En sus flancos, selva umbría,
a sus pies, amplia llanura,
donde a flores y verdura
dan sustento a su lozanía,
dos raudales de agua pura,
que la cumbre les envía.

En ese campo nací,
entre arrayanes y nidos,
porque los seres queridos
a quienes el ser debí,
allá fueron conducidos,
por Dios que lo quiso así.

Y a ventura lo reputo:
pues al aire perfumado,
la frescura del collado,
las plantas, la luz, me han dado
el vigor de que disfruto
aún para ser coronado.

Si mi cerviz no se inclina
por más que el tiempo la agravia,
si no me postro en la ignavia
de la inercia vespertina,
es porque mi sangre es savia
de vegetación andina.

Robusto el cuerpo sentí,
robusto como lo siento,
mas, ¿qué fue del pensamiento
que estaba latiendo en mí?
¿Quién lo despertó al momento?
¿En qué antorcha lo encendí?
Oh! mi padre; Oh! director
de mi enseñanza primera,
cuán otra, qué superior
la de todo niño fuera,
si, cual yo tuve, tuviera
por primer maestro al amor!

Al iniciar sus lecciones
mi niñez afortunada,
halló una fuente sagrada
de admirables instrucciones,
en las sabias producciones
de todo un Luis de Granada.

De él aprendí por favor
de mi suerte, muy temprano,
a saborear el primor
del lenguaje castellano,
tan sonoro, tan galano,
musical y seductor.

Mas, como entre indios, nací
sus cabañas frecuenté,
con sus párvulos jugué,
sus penas supe y sentí,
su doliente quichua fue
nuevo idioma para mí.

Luego que de ésta y de aquel
adquirí noción distinta,
y el arte supe que fiel
conceptos del alma pinta,
tesoro juzgué la tinta,
cándida joya el papel.

Y al mirar flores y estrellas,
yo no sé cuáles más bellas,
en el prado y en el cielo,
ansioso de hablar con ellos,
rimé, siguiendo las huellas,
de mi padre y de mi abuelo.

Pero al notar la aptitud
algo especial de mi mente,
previendo el camino inminente
de mi infancia en juventud,
les di a mis padres frecuentes
causas de triste inquietud.

Penaron porque pensaron
que algo más saber podría;
con la impotencia lucharon
de su pobre medianía
Pero un día… ¡fausto día!
de la aldea me arrancaron.

… Y a Cuenca, vergel precioso,
de aves, de fuentes, de flores,
de gracias y de cantores,
llegué, temblando de gozo,
cierto de lo venturoso
de mis años posteriores.

Su Seminario excelente,
que a mil azuayos formar
supo, cual sabe al presente,
fue desde entonces mi hogar,
tan noble, tan indulgente,
que nunca lo he de olvidar.

Cuando por docta labor,
fui en las ciencias iniciado,
pudiendo al propio cuidado
deberle ciencia mayor,
dejé de ser cultivado,
para ser cultivador.

Y, aunque de operario experto
jamás haya presumido,
plantas tengo que he sabido
cuidar con algún acierto:
ahí están, galas del huerto,
las muchas que han florecido.

Pronto te las ofrecí,
por pagarte, Patria mía,
tanto como te debía,
con las joyas que te di;
pero quizá no cumplí
con mi deber todavía.

Ahí están glorias del huerto
las muchas que te he ofrecido.

Pronto te las ofrecí,
por pagarte, Patria mía,
tanto como te debía,
con las joyas que te di.

…Pero, quizás no cumplí
con mi deber todavía…

Mas, si tu gloria ensalcé;
si hermosa te proclamé,
con efusiones de amor;
si me tuvo por cantor
todo hijo tuyo que fue
de cantos merecedor.

Si de plantas y animales,
de jardines y panales,
algo útil pude escribir;
si a las abejas pedir
el aguijón, para herir
ridiculeces sociales;

Si pluma, lira y azada
supe unir y concertar:
cantando supe labrar,
y nadie me vio dejar,
un momento en la jornada,
la esteva, por descansar.

Si a la honda contemplación
de patrióticas escenas,
y a horas de entusiasmo llenas
pedirles inspiración;
si a las penas ¡ay qué penas!
me las hice corazón;

si el acíbar del dolor
supe en ternuras cambiar,
si logré, surcando el mar,
peregrino trovador,
nobles pechos inflamar
con fuego del Ecuador…;

si un instante no perdí
de toda mi larga vida,
por mitades divida,
para el duelo y para ti…
puede ser, Patria querida,
que tú me debas a mí…

Madre amante y adorada,
no he de callártelo aquí,
cuando victima me vi
de una injusticia pasada,
sólo una cosa temí:
que me olvidases airada.

Mas, nó, la Patria no olvida
a sus hijos, y si advierte
los errores de la suerte,
los enmienda condolida,
en la tarde de la vida
o en la noche de la muerte.

Y hay hijos privilegiados
que, si algún día pospuestos
fueron, y tal vez odiados;
perseguidos, calumniados,
en regocijos como éstos,
aparecen coronados…

¡Señora! El cielo es testigo
de que bendije y bendigo
tu animadversión augusta!
si con rigor de enemigo
me castigaras injusta,
bendijera tu castigo.

No digo que me perdones,
porque nunca te ofendí;
por leal me galardonas,
la honradez premias en mí;
como a tuyo me coronas;
tu esclavo soy, eso sí.

No digo que me perdones
porque nunca te ofendí…

Juventud Mi preferida,
de mis pesares consuelo,
perpetuo afán de mi vida,
yo quiero ser tu modelo.
Mira el punto de partida,
ve la senda recorrida,
y alza a las cumbres el vuelo.




 Santa Ana de los Ríos de Cuenca, Ecuador.







lunes, 26 de febrero de 2018

Himno del Azuay

Letra por: Sr. Luis Cordero                                                            Música por: Sr. Luis Pauta








CORO



¡Reina hermosa de fuentes y flores,

Cuenca ilustre de galas vestida,

Rebosante de luz y de vida,

Lujo y honra del noble Ecuador!








ESTROFAS



Hoy tus hijos, abejas sociales,
Que el panal del progreso han labrado
Te presentan el fruto logrado
Como prenda y tributo de amor.

De su gloria tu gloria dimana,
Digna Madre de egregios campeones
Y de sabios y santos varones,
Luminares del  patrio esplendor.

Tuyo el bravo La Mar de Ayacucho,
Tuyo el niño en Pichincha inmolado,
Cuyo nombre Bolívar, pasmado,
De Colombia en el pecho grabó.

Aun la vidas ayer destrozadas
Por la ruda segur del impío
(¡Qué justicia te piden, Dios mío!)
Son de niños rivales de Abdón…

Los insignes Solanos, los Cuevas,
Malos, Vásquez, Arízagas, Vélez,
Áureas plumas, helenos cinceles,
Tuyos, Cuenca, tus próceres son.

Bardos hay que, del fresco y undoso
Tomebamba en la fértil orilla,
Cañas rompen y, en flauta sencilla,
Te modulan arpegios de amor.


Artes trazan y Letras adornan,
Paso a paso, tu rumbo a la cumbre.
Cuando el sol de las Ciencias te alumbre,
Subirás con presteza mayor.

Ten por lema VIRTUD y TRABAJO;
Con el sabio el obrero compita;
Todo azuayo a sus hijos repita;
SIN TRABAJO Y VIRTUD, NO HAY HONOR.

Aunque truenen civiles tormentas,
Que ambición insensata desata,
Tú no corras al fiero combate,
No interrumpas la honrosa labor.

Cuando el humo los vientos disipan
En el campo de ruinas aciago,
Libre queda el horrido estrago
Sólo el pueblo que en paz trabajó.

Ten la Fé por imán que te guía,
La Esperanza por ancla segura;
Mira al cielo y trabaja, y procura
Que la dicha… te venga de Dios.

Reina hermosa de fuentes y flores!
Hoy tus hijos gozosos levantan
Su plegaria al Eterno y te cantan:
DESPUÉS DE EL, LA ADORABLE SOÍS VOS!






1904